En pleno auge de la inteligencia artificial, Google DeepMind impone cláusulas de no competencia que dificultan la movilidad laboral de sus talentos más codiciados. ¿Hasta qué punto es ético retener al capital humano con contratos restrictivos?
La lucha por atraer y retener a los mejores talentos en inteligencia artificial ha alcanzado un nuevo nivel. Google DeepMind, uno de los laboratorios de IA más influyentes del mundo, está aplicando cláusulas de no competencia que pueden extenderse hasta 12 meses, impidiendo que sus ex empleados trabajen para empresas rivales en uno de los mercados más dinámicos y competitivos de la actualidad.
Según revelaron al menos cuatro exempleados que hablaron bajo condición de anonimato, algunos trabajadores de DeepMind en el Reino Unido están obligados a cumplir estos contratos restrictivos tras dejar la compañía.
En muchos casos, Google prefiere pagarles durante ese tiempo, sin que presten servicios, antes que permitir que sus conocimientos lleguen a la competencia.
“Cada semana, uno de ustedes me contacta desesperado preguntando cómo escapar de los preavisos y las cláusulas de no competencia”, publicó en la red social X Nando de Freitas, actual vicepresidente de Microsoft AI y exdirector de DeepMind.
“No firmen estos contratos. Ninguna corporación estadounidense debería tener tanto poder, especialmente en Europa. Es un abuso de poder que no justifica ningún fin”.
Las cláusulas de no competencia son una herramienta legal que muchas empresas tecnológicas están utilizando para evitar que su propiedad intelectual o ventajas competitivas se filtren hacia rivales, especialmente en medio de una explosión de nuevos desarrollos de IA generativa.
Pero su uso ha generado un debate sobre su impacto ético y legal, sobre todo cuando afectan el derecho del trabajador a progresar profesionalmente.
Un portavoz de Google defendió las prácticas de contratación de DeepMind al afirmar que “nuestros contratos laborales están alineados con los estándares del mercado.
Dado el carácter sensible de nuestro trabajo, usamos cláusulas de no competencia de forma selectiva para proteger nuestros intereses legítimos”.
Sin embargo, la duración y alcance de estos acuerdos varían según el nivel jerárquico del empleado y la criticidad de su rol.
Excolaboradores señalaron que los períodos de seis meses son frecuentes, incluso para quienes trabajan en modelos de IA como Gemini. Para investigadores más senior, las cláusulas pueden extenderse hasta un año completo.
Este tipo de restricciones representan un obstáculo importante para quienes buscan nuevas oportunidades en un momento donde startups emergentes y gigantes como OpenAI y Microsoft expanden agresivamente sus operaciones en el Reino Unido y compiten por el mismo talento.
“¿Quién te va a contratar para empezar en un año? Eso es una eternidad en inteligencia artificial”, se lamentó un exempleado.
La situación también ha motivado a algunos profesionales a considerar mudarse a California, donde las leyes estatales prohíben este tipo de acuerdos. De hecho, desde 2023, la legislación californiana se ha endurecido aún más para invalidar cualquier cláusula de no competencia, incluso si fue firmada fuera del estado.
En cambio, en el Reino Unido, donde DeepMind tiene su sede, estas cláusulas son legales siempre que se consideren razonables para proteger intereses empresariales válidos. No obstante, su uso intensivo comienza a generar fricciones internas y externas.
“La IA es como una carrera espacial. Estar seis meses o un año por delante puede marcar la diferencia”, explicó un exempleado de Google, comparando el panorama actual con la industria financiera, donde los hedge funds han sido históricamente criticados por imponer restricciones similares.
La creciente presión por desarrollar modelos más poderosos, captar investigadores de alto perfil y liderar la carrera tecnológica hace que este tipo de políticas sean cada vez más cuestionadas.
En este contexto, la gestión del talento se convierte en un eje estratégico que ya no puede ser resuelto únicamente con grandes sueldos o promesas de innovación, sino también con prácticas laborales éticas y sostenibles.
Con el mercado de IA más encendido que nunca, la pregunta ya no es solo qué empresa tiene el mejor modelo, sino cuál podrá atraer –y mantener– al mejor equipo humano.