Elon Musk insiste en demandar a OpenAI y juega peligrosamente con el uso comercial de la IA

Elon Musk avanza con su demanda contra OpenAI a pesar del reciente giro de la empresa para mostrar mayor apertura en sus modelos. La batalla legal revela tensiones crecientes sobre el rumbo de la IA en manos privadas.

Elon Musk sigue adelante con su cruzada judicial contra OpenAI, a pesar de que la compañía que ayudó a fundar acaba de adoptar medidas que parecen responder a sus críticas más contundentes.

Esta semana, el CEO de Tesla y SpaceX reafirmó su decisión de llevar a la empresa y a su director ejecutivo, Sam Altman, a los tribunales, alegando que se desvió de su misión original: desarrollar inteligencia artificial para beneficio de la humanidad, no del lucro corporativo.

La controversia se intensificó luego de que OpenAI anunciara un cambio sustancial en su política de divulgación: por primera vez, publicó detalles técnicos del modelo GPT-4, que hasta ahora había mantenido en secreto. La movida parecía destinada a acallar las críticas de falta de transparencia, un punto que Musk había subrayado en su demanda presentada en febrero.

Sin embargo, el empresario no se dio por satisfecho. “El intento de publicación técnica de OpenAI no cumple con la obligación de ser verdaderamente open-source”, afirmó un portavoz de Musk citado por Yahoo Finance. Según los argumentos legales presentados, el giro comercial que tomó la compañía, especialmente a partir de su alianza con Microsoft, representa una traición a los principios fundacionales.

La alianza con Microsoft, en el centro del conflicto

OpenAI, hoy valuada en decenas de miles de millones de dólares, firmó en 2019 un acuerdo exclusivo con Microsoft que le otorga derechos comerciales prioritarios sobre sus modelos. La inversión inicial fue de U$S 1.000 millones, y en 2023, Microsoft anunció un nuevo compromiso por hasta U$S 10.000 millones más.

Para Musk, esta relación convierte a OpenAI en “una subsidiaria de facto” del gigante tecnológico. En su demanda presentada en California, sostiene que el acuerdo contradice los estatutos originales de la organización, que fue fundada como una entidad sin fines de lucro.

El giro hacia una estructura híbrida

En respuesta a las tensiones internas y externas, OpenAI creó en 2019 una estructura dual: una organización sin fines de lucro madre, y una subsidiaria con fines de lucro limitada (“capped-profit”) que permite a los inversionistas obtener un retorno, aunque limitado. No obstante, para los críticos como Musk, este modelo no es más que una fachada legal que disfraza los intereses comerciales.

OpenAI argumenta que este modelo es necesario para sostener el enorme costo de desarrollo de modelos como GPT-4 y los próximos GPT-5. Según cifras reveladas por Sam Altman, el entrenamiento de modelos de esta envergadura puede costar “cientos de millones de dólares”.

Una disputa con impacto global

Lo que está en juego en esta disputa no es solo una pelea entre multimillonarios. El caso podría sentar precedentes importantes sobre cómo se regula la IA de frontera, especialmente en lo que respecta a su gobernanza, control y disponibilidad.

Además, la demanda de Musk se produce en un contexto de creciente escrutinio global sobre los usos éticos de la inteligencia artificial. La Unión Europea ya avanza con su Ley de IA, y Estados Unidos también prepara nuevas normas regulatorias.

Mientras tanto, Musk continúa desarrollando su propia alternativa: xAI, su empresa de inteligencia artificial que ya lanzó modelos como Grok y planea competir directamente con OpenAI y Google. Con esta demanda, el empresario no solo pone presión sobre sus competidores, sino que también fortalece su narrativa de “IA abierta y segura”.

¿Y ahora qué?

La corte aún no ha determinado si el caso avanzará a juicio. OpenAI presentó una moción para desestimar la demanda, argumentando que Musk “jamás firmó un acuerdo vinculante” y que sus reclamos carecen de sustento legal. La resolución podría demorar meses, pero el impacto sobre la industria ya se siente.

“Creemos que esta demanda no tiene mérito y confíanos en que la corte fallará a nuestro favor”, señaló un portavoz de OpenAI.

En el corazón del conflicto, la pregunta persiste: ¿quién debe controlar la inteligencia artificial más poderosa del mundo, y bajo qué reglas? La batalla entre Elon Musk y OpenAI está lejos de terminar, y sus repercusiones podrían marcar el futuro de la tecnología más transformadora de nuestra era.

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