Intempus: la startup que quiere dotar a los robots de un “estado fisiológico” humano

La joven compañía estadounidense busca revolucionar la interacción humano-máquina integrando reacciones emocionales reales en robots industriales. Su objetivo: que los movimientos robóticos sean más predecibles y naturales para las personas.

En un momento en que la inteligencia artificial avanza velozmente hacia modelos más complejos e intuitivos, una startup emergente llamada Intempus propone un enfoque disruptivo: darle a los robots un estado fisiológico humano para mejorar su comportamiento y comunicación con las personas.

Fundada en septiembre de 2024 por Teddy Warner, un emprendedor de apenas 19 años que creció en un taller de maquinistas, Intempus ya trabaja con siete socios empresariales del sector robótico. “Los humanos derivamos muchas señales subconscientes, no del rostro ni del lenguaje, sino únicamente del movimiento de brazos y torso”, explicó Warner. Su visión es clara: hacer que los robots no solo actúen, sino que sientan.

Movimiento como lenguaje emocional

La tecnología desarrollada por Intempus se basa en retroalimentar robots ya existentes con capacidades de expresión emocional a través de movimientos cinéticos. La idea es que estos gestos permitan a las personas interpretar de forma más precisa las intenciones de una máquina, tal como lo harían con otro ser humano o incluso un animal.

Esto, además, genera datos nuevos y más útiles para entrenar modelos de IA con mayor comprensión del mundo físico. Warner señala que actualmente, los robots realizan acciones a partir de una secuencia de observación-reacción: “Los robots van de A a C, de la observación a la acción. Los humanos tenemos un paso intermedio: el estado fisiológico”, indicó. “Los robots no tienen diversión, ni estrés. Si queremos que entiendan el mundo como lo hacemos nosotros, hay que darles ese paso B”.

De la transpiración al corazón del algoritmo

La investigación inicial comenzó con datos de fMRI (resonancia magnética funcional), pero no ofreció resultados consistentes. Un amigo le sugirió probar con un polígrafo —más conocido como detector de mentiras—, y allí comenzó a encontrar señales más útiles. “Me sorprendió lo rápido que pasé de capturar datos de sudor a entrenar un modelo que puede dar a los robots una composición emocional basada únicamente en eso”, comentó Warner.

Desde entonces, el sistema se amplió y ahora analiza temperatura corporal, ritmo cardíaco y fotopletismografía, una técnica que mide los cambios de volumen sanguíneo a nivel microvascular en la piel.

Respaldado por el Thiel Fellowship

La startup también forma parte del prestigioso Thiel Fellowship, el programa financiado por el multimillonario Peter Thiel que otorga U$S 200.000 en dos años a jóvenes que abandonen la universidad para dedicarse de lleno a sus startups. Warner, quien ha trabajado en solitario hasta ahora, planea contratar personal y empezar a probar los sistemas directamente con usuarios humanos.

Si bien el foco actual está en adaptar robots existentes, Warner no descarta en el futuro fabricar sus propios dispositivos emocionalmente inteligentes: “Tengo un montón de robots, y cada uno ejecuta distintas emociones. Si alguien entra a la sala y puede decir que este robot es alegre, entonces habré hecho bien mi trabajo”, afirmó. “Creo que puedo probar que esto funciona en los próximos cuatro a seis meses”.

El proyecto de Intempus abre la puerta a un nuevo paradigma en la robótica: uno donde el lenguaje no verbal, las emociones y la biología artificial jueguen un papel tan importante como el software y los sensores. Una innovación que promete transformar la forma en la que interactuamos con las máquinas en entornos laborales, domésticos y sociales.

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