Las principales discográficas del mundo avanzan en negociaciones con startups de IA generativa para licenciar su música. El objetivo: evitar demandas millonarias y establecer un nuevo modelo de compensación para artistas en la era de la inteligencia artificial.
Las tensiones entre la industria musical y las startups de inteligencia artificial están comenzando a transformarse en negociaciones. Universal Music Group, Warner Music Group y Sony Music Entertainment —los tres gigantes que dominan gran parte del mercado musical global— mantienen conversaciones con las compañías de IA generativa Udio y Suno para cerrar acuerdos de licencias que permitan utilizar obras musicales en los entrenamientos de sus modelos, según fuentes cercanas al proceso.
Ambas partes buscan una salida negociada que, de concretarse, pondría fin a las demandas por infracción de derechos de autor que las discográficas iniciaron en 2023. El trasfondo legal es significativo: la Recording Industry Association of America (RIAA) solicitó en su demanda hasta U$S 150.000 por cada obra infringida, lo que podría derivar en reclamos por miles de millones de dólares.
IA generativa al servicio de la creación musical
Tanto Udio como Suno han ganado popularidad por ofrecer herramientas que permiten a cualquier usuario generar canciones mediante simples descripciones de texto, como por ejemplo: “una balada country moderna sobre un amor no correspondido”. A partir de ese prompt, los sistemas generan archivos de audio completos, basados en modelos entrenados con grandes volúmenes de música.
Ese entrenamiento es precisamente lo que está en el centro del conflicto legal. Las discográficas exigen que las startups paguen por el uso de sus catálogos, pero también buscan participación accionaria en ambas compañías como parte del acuerdo, según trascendió.
Por ahora, ni las empresas discográficas ni las startups han emitido comentarios públicos sobre el estado actual de las negociaciones.
Inversión millonaria y tensiones por el control
Las conversaciones no solo giran en torno al uso de obras protegidas por copyright, sino también sobre el control que las discográficas quieren ejercer sobre los usos futuros de sus catálogos. En paralelo, Udio y Suno buscan mantener flexibilidad para seguir innovando, sin quedar atadas a restricciones que comprometan su modelo de negocio.
Ambas compañías están bien financiadas: Udio recibió U$S 10 millones en 2023 en una ronda liderada por Andreessen Horowitz, mientras que Suno recaudó U$S 125 millones en una serie de inversión que incluyó a Lightspeed Venture Partners.
La presión por alcanzar acuerdos también se intensifica por la competencia entre los propios actores: hay una carrera entre las discográficas y las startups para ver quién firma primero, lo que podría influir en los términos que se impongan como estándar para futuros convenios.
Precedentes y contexto global
Esta pulseada no es aislada. Varias compañías de IA han sido demandadas por utilizar material con copyright en el entrenamiento de sus modelos. El New York Times inició una acción legal contra OpenAI, mientras que esta última ya firmó acuerdos de licencia con empresas de medios como News Corp., Vox Media y la Associated Press.
En el caso de la música, el ecosistema ha atravesado múltiples batallas tecnológicas: desde la era del file sharing y la piratería digital que devastó ventas en los años 2000, hasta la actual recuperación de ingresos gracias a plataformas de streaming como Spotify.
Hoy, las discográficas parecen más dispuestas a combinar protección legal con apertura a la innovación. “La comunidad musical ha abrazado la IA, y ya estamos colaborando con desarrolladores responsables para construir herramientas sostenibles centradas en la creatividad humana, que pongan a los artistas y compositores en el centro”, afirmó Mitch Glazier, CEO de la RIAA, al anunciar la demanda en 2023. “Pero solo podemos tener éxito si los desarrolladores están dispuestos a trabajar con nosotros”.
¿El inicio de una nueva era para la música?
De concretarse, los acuerdos entre las discográficas y estas startups no solo resolverían una disputa legal, sino que sentarían las bases de un nuevo modelo económico para el uso de contenidos musicales en sistemas de IA. La industria busca asegurarse una compensación justa, y las startups necesitan legitimidad para seguir creciendo sin el riesgo de litigios que paralicen su expansión.
En un contexto donde la inteligencia artificial redefine el modo en que se produce y consume música, el verdadero desafío es encontrar un equilibrio: que la tecnología avance, pero sin dejar atrás a quienes crean la música original.