El aula con IA: en Nigeria los estudiantes avanzan dos años en solo seis semanas

Un piloto educativo con IA demostró resultados sorprendentes en Nigeria. Mientras en los países desarrollados los chatbots generan dudas en el sistema educativo, en regiones con escasos recursos podrían marcar la diferencia.

La irrupción de la inteligencia artificial (IA) en las aulas ha generado tanto entusiasmo como escepticismo. En países desarrollados, las herramientas basadas en modelos de lenguaje como ChatGPT suelen ser vistas como una tentación para el plagio o una muleta que limita el aprendizaje real. Sin embargo, un reciente piloto en Nigeria sugiere que, en contextos con carencias estructurales, la IA podría convertirse en una aliada decisiva para mejorar la educación.

Un estudio publicado en mayo por el Banco Mundial demostró que un programa de tutorías apoyado por Microsoft Copilot, basado en la tecnología GPT-4, permitió que estudiantes nigerianos lograran avances equivalentes a casi dos años de escolaridad en solo seis semanas.

El desafío educativo global

A nivel global, los desafíos en materia educativa son enormes. Según el Banco Mundial, aproximadamente uno de cada seis niños vive en pobreza extrema, con menos de U$S 2,15 al día. En países de ingresos bajos y medios, cerca del 70% de los niños de 10 años no puede leer un texto sencillo. En África subsahariana, esta cifra alcanza el 90%.

En este contexto, las soluciones de bajo costo que amplifiquen el impacto de los limitados recursos docentes son una necesidad urgente. Según el documento “From chalkboards to chatbots”, liderado por el investigador Martín De Simone, la IA puede ofrecer precisamente eso.

Resultados sorprendentes en Nigeria

El piloto se realizó con 422 estudiantes de secundaria en Benín City, quienes participaron en 12 sesiones extracurriculares de 90 minutos durante seis semanas. Los alumnos, organizados en parejas y con apoyo docente, utilizaron Microsoft Copilot para reforzar sus habilidades en gramática, vocabulario y redacción en inglés.

Al cabo de la experiencia, los resultados fueron contundentes: los estudiantes del grupo que utilizó IA obtuvieron puntajes 10% superiores a los del grupo de control. Más importante aún, el avance observado equivale a casi dos años de progreso escolar.

“El avance fue notable. Al finalizar el programa, los estudiantes que interactuaron con el chatbot demostraron un nivel de aprendizaje que normalmente requeriría casi dos años de escolarización”, explicó Martín De Simone, autor principal del estudio.

Incluso en los exámenes finales, realizados con papel y lápiz y que evaluaban contenidos no abordados directamente por el chatbot, los estudiantes del grupo experimental mantuvieron su ventaja.

El contexto importa

Los resultados también reflejan lo bajo que es el punto de partida en muchos sistemas educativos. En Nigeria, aunque los jóvenes reciben formalmente unos 10 años de educación escolar para cuando cumplen 18 años, los resultados de aprendizaje equivalen, en promedio, a apenas la mitad de ese tiempo efectivo.

Esto sugiere que en contextos con mayores recursos y mejores sistemas educativos, el impacto de la IA podría ser más moderado. Sin embargo, donde las aulas están saturadas y los docentes escasean, la tecnología puede ofrecer una ayuda tangible.

Costo y desafíos de escala

El programa piloto demostró ser relativamente accesible: costó alrededor de U$S 48 por alumno, una cifra modesta a nivel global, aunque supera el salario mínimo mensual en Nigeria. No obstante, el estudio reconoce limitaciones: no fue posible aislar por completo el efecto de la IA respecto al beneficio de dedicar más tiempo de estudio con un docente.

Además, escalar el modelo presenta desafíos técnicos. Se requiere acceso a dispositivos y una conexión estable a internet, algo que no está garantizado en muchas zonas de Nigeria y otros países en desarrollo.

A pesar de ello, el piloto superó en impacto al 80% de más de 230 programas educativos similares analizados en países de ingresos bajos y medios.

Perspectivas para el futuro

“Las oportunidades son enormes para aquellos gobiernos y donantes que buscan mejorar las competencias básicas en sistemas escolares con dificultades”, sostiene el informe del Banco Mundial.

Frente a la polémica que genera la IA en los sistemas educativos del mundo desarrollado —donde se la asocia con trampas y dependencia tecnológica—, este piloto en Nigeria ofrece un enfoque más optimista: con el diseño adecuado, la IA puede convertirse en una poderosa herramienta de equidad educativa.

A medida que los gobiernos debaten cómo regular y aprovechar la IA en la educación, este estudio aporta una evidencia concreta de que, lejos de ser una amenaza, la inteligencia artificial podría ser un aliado clave para cerrar brechas de aprendizaje allí donde más se necesita.

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