El cofundador de LinkedIn invierte U$S 12 millones en una empresa que combina inteligencia artificial y tecnología no invasiva para tratar enfermedades mentales y mejorar la cognición desde casa.
La revolución tecnológica aplicada a la salud mental sumó un nuevo jugador de peso. Reid Hoffman, cofundador de LinkedIn y uno de los inversores más activos del ecosistema de inteligencia artificial, lideró una ronda de financiación por U$S 12 millones en Sanmai Technologies, una startup que promete cambiar el tratamiento de trastornos mentales con un enfoque disruptivo: el uso de ultrasonido focalizado y algoritmos de IA en un dispositivo accesible para el hogar.
«Me pareció muy interesante que te da una nueva herramienta para abordar una amplia variedad de cuestiones cerebrales que son muy difíciles de tratar», expresó Hoffman en una entrevista. El empresario, cuya fortuna ronda los U$S 3.600 millones según el Bloomberg Billionaires Index, se sumará también al directorio de la compañía a través de su Aphorism Foundation, que mantiene sus participaciones en OpenAI.
Tecnología no invasiva, precios accesibles
Fundada en 2020 por el investigador Jay Sanguinetti, Sanmai está desarrollando un dispositivo portátil que apunta un haz de ultrasonido de baja intensidad a regiones específicas del cerebro, estimulando su actividad sin necesidad de intervención quirúrgica.
La propuesta se aleja de los enfoques más invasivos que han captado la atención de otros multimillonarios tecnológicos como Elon Musk (Neuralink) o Fred Ehrsam (ex Coinbase), quienes promueven implantes cerebrales o cascos de uso domiciliario.
“El objetivo es construir un equipo que cueste menos de U$S 500 y que las personas puedan usar en sus casas tanto para tratar enfermedades como para mejorar sus capacidades cognitivas”, explicó Sanguinetti, de 41 años, doctorado por la Universidad de Arizona. “Vi cambiar la vida de cada paciente con estimulación cerebral, pero me obsesioné con cómo hacerlo sin cirugía y a gran escala”.
Los tratamientos actuales para condiciones como ansiedad, depresión, dolor crónico o epilepsia se basan principalmente en medicamentos con efectos secundarios generalizados. El ultrasonido, en cambio, permite focalizar el tratamiento sobre áreas cerebrales específicas, con menor impacto sistémico. Sin embargo, los expertos advierten que todavía existen desafíos clínicos y tecnológicos por superar antes de que este tipo de dispositivos se popularicen.
IA como copiloto terapéutico
El dispositivo de Sanmai no opera solo: estará acompañado por un asistente digital potenciado por inteligencia artificial, que guiará al usuario durante las sesiones y ajustará el tratamiento según la respuesta individual. Hoffman destacó este enfoque como un punto de inflexión técnico. “La combinación entre IA y ultrasonido permite sortear problemas como la distorsión del cráneo y llevar la tecnología del laboratorio al usuario final”, subrayó.
Actualmente, la empresa —con apenas ocho empleados— está en conversaciones con la FDA (Administración de Alimentos y Medicamentos de EE.UU.) y ya inició ensayos clínicos en California con pacientes que sufren trastorno de ansiedad generalizada. El prototipo preliminar se prueba en una clínica de Sunnyvale, la ciudad donde está radicada la compañía.
El camino hacia un dispositivo de uso masivo aún es largo. Cada tratamiento deberá ser personalizado a partir de una resonancia magnética inicial, y la intensidad del ultrasonido deberá calibrarse para cada paciente. “La forma segura de escalar esto es pasar primero por las clínicas, y luego aprovechar los datos para llegar al consumidor”, afirmó Sanguinetti.
Inversores de alto perfil en el cerebro humano
El interés de los grandes nombres del capital tecnológico por las neurociencias no es nuevo. Elon Musk lleva años liderando Neuralink, que ya implantó dispositivos en cinco personas y alcanzó una valuación de U$S 9.000 millones. Jeff Bezos (Amazon), Bill Gates (Microsoft), Eric Schmidt (Google) y Ken Griffin (Citadel) también han invertido recientemente en startups vinculadas al cerebro humano.
En este contexto, Sanmai se presenta como una alternativa menos riesgosa y más escalable. “La vía no invasiva implica un riesgo mucho menor para un beneficio significativo”, apuntó Hoffman. “Los riesgos y dificultades de los enfoques invasivos me parecen extremadamente complejos y pueden llevar décadas en madurar”.
Con una combinación prometedora de ciencia, IA y visión empresarial, la startup busca abrir una nueva categoría en la intersección entre salud mental y tecnología. La apuesta de Hoffman parece clara: apoyar proyectos capaces de democratizar el acceso a terapias cerebrales avanzadas sin pasar por el quirófano.