La consultora global que supo liderar la transformación digital de grandes empresas, enfrenta hoy su mayor reto: sobrevivir y prosperar en la era de la IA generativa, donde los propios creadores de tecnología amenazan con dejar obsoletos a los intermediarios.
Accenture, la consultora que desde su escisión en 2000 y salida a bolsa en 2001 se posicionó como referente mundial en servicios de asesoría y transformación digital, vivió una década dorada.
Entre 2015 y 2024, la compañía generó un retorno total para sus accionistas del 370%, superando ampliamente al índice S&P 500 y a gigantes financieros como Goldman Sachs y Morgan Stanley. Hace pocos meses, en febrero de este año, su capitalización bursátil alcanzó los U$S 250.000 millones, más que cualquiera de esos bancos de inversión.
Sin embargo, en la era de la IA todo cambia muy rápidamente y el panorama para la compañía cambió drásticamente.
Tras un informe trimestral decepcionante, el 20 de junio las acciones de Accenture cayeron un 7%. En solo unos meses, la empresa perdió U$S 60.000 millones de valor de mercado. Si bien los ingresos y el beneficio operativo crecieron ligeramente más de lo esperado (U$S 17.700 millones y U$S 3.000 millones respectivamente), las nuevas contrataciones disminuyeron por segundo trimestre consecutivo. El número de clientes con contratos superiores a U$S 100 millones bajó de 32 a 30.
Un cambio sutil pero que analistas y medios de comunicación eligieron tomarlo como una alarma.
La amenaza de la IA generativa
El contexto global, marcado por tensiones comerciales y conflictos geopolíticos, ha llevado a muchas empresas a priorizar la supervivencia sobre la reinvención, el sello distintivo de Accenture. Pero el verdadero desafío es más profundo: la irrupción de la inteligencia artificial generativa (IA) está cambiando las reglas del juego.
Julie Sweet, CEO de Accenture desde 2019, sostiene que “los clientes necesitarán tanta ayuda con la IA generativa como la que requirieron con innovaciones tecnológicas anteriores, o incluso más”, y asegura que “Accenture está perfectamente posicionada para brindar ese apoyo”. Sin embargo, la realidad parece contradecir estas afirmaciones.
Un reciente estudio de S&P Global reveló que el 42% de las empresas abandonaron la mayoría de sus iniciativas de IA, frente al 17% del año anterior. Esto evidencia la confusión y la necesidad de acompañamiento, pero también plantea dudas sobre la duración de esa dependencia.
Socios que se convierten en rivales
Históricamente, Accenture construyó su éxito sobre alianzas con proveedores tecnológicos como Microsoft y SAP. En noviembre, junto a Microsoft, sumó una “práctica de transformación empresarial con Copilot” a Avanade, su joint venture de 25 años.
Hace dos meses, en mayo, junto a SAP, lanzó un programa para ayudar a pequeñas empresas a “reinventarse, prosperar y crecer”, en palabras de Sweet, y a “moverse más rápido, operar con mayor eficiencia y escalar con confianza”, según Christian Klein, CEO de SAP.
No obstante, muchos de estos socios buscan ahora eliminar intermediarios. La IA se integra directamente en sus productos, funcionando “out of the box” y actualizándose automáticamente según las necesidades del usuario.
Empresas emergentes como Palantir incluso colocan a sus propios ingenieros en las instalaciones de los clientes, permitiendo a estos ahorrar en consultores externos. Un alto ejecutivo tecnológico lo resume sin rodeos: “Todo esto permite a los clientes ahorrar dinero en consultores de Accenture”.
Números que preocupan
El ritmo de nuevos contratos de IA generativa para Accenture se desacelera: de U$S 200 millones por trimestre el año pasado a solo U$S 100 millones en los últimos tres meses. Tom Rodenhauser, de Kennedy Intelligence, lo resume así: “Para Accenture, la IA no es digital 2.0”.
Mientras tanto, empresas creadoras de tecnología como Palantir han visto multiplicar su valor de mercado por seis en solo un año, alcanzando los U$S 338.000 millones.
En contraste, Accenture optó por adquirir decenas de pequeñas consultoras y agencias de marketing, muchas de las cuales podrían quedar obsoletas si Meta y Google logran imponer sus soluciones de IA generativa.
¿Reinvención o extinción?
Para tranquilizar a los inversores, Sweet reorganizó la empresa en torno a los “servicios de reinvención”, unificando todas las áreas de negocio en una sola unidad dirigida por Manish Sharma, hasta ahora responsable de las operaciones en Estados Unidos. Sin embargo, esta estrategia parece más un cambio de nombres que una transformación real.
El futuro de Accenture dependerá de su capacidad para adaptarse a un entorno donde, como advierte el artículo, “la era de la IA parece pertenecer no a los facilitadores de tecnología como Accenture, sino a sus creadores”. Si la consultora quiere evitar ser desplazada por la revolución de la inteligencia artificial, tal vez necesite, por primera vez, buscar consejo fuera de casa.