Un estudio revela que adolescentes estadounidenses están adoptando con rapidez los “compañeros IA”, como los que ofrecen Character.AI o Replika. Practican habilidades sociales y exploran vínculos emocionales. Preocupa la confianza, el bienestar y las relaciones reales.
Los adolescentes en Estados Unidos están incorporando con sorprendente velocidad los llamados compañeros de inteligencia artificial a su vida cotidiana. Así lo confirma un nuevo estudio realizado por Common Sense Media, una organización sin fines de lucro especializada en la vida digital de niños y familias. Según los resultados, el 72% de los adolescentes entre 13 y 17 años ha interactuado al menos una vez con un chatbot diseñado para mantener conversaciones personales.
Este tipo de herramienta —distinta de los asistentes como Alexa o Siri— se enfoca en mantener charlas emocionalmente significativas. En este grupo se incluyen plataformas como Character.AI, Replika, e incluso usos personalizados de ChatGPT o Claude, si el enfoque del usuario es íntimo o conversacional.
Un uso frecuente, aunque no del todo confiable
De los jóvenes encuestados, el 52% afirma usar estos compañeros de forma habitual, y un 13% interactúa con ellos a diario, mientras que un 21% lo hace varias veces por semana. Por otro lado, entre el 25% de los adolescentes que no han probado nunca esta tecnología, los varones (31%) superan a las mujeres (25%) en este grupo de no usuarios.
La encuesta fue realizada entre abril y mayo de 2025 con una muestra representativa de 1.060 adolescentes y ejecutada por investigadores de NORC de la Universidad de Chicago. El estudio se da en un contexto donde ya existen preocupaciones sobre el impacto de la IA en el bienestar emocional de los adolescentes. Un caso particularmente grave involucra a Character.AI, empresa que enfrenta demandas legales tras el suicidio de un joven en Florida y denuncias por contenidos violentos en Texas.
Más allá de los riesgos, el 39% de los adolescentes asegura que las conversaciones con IA les sirven para practicar interacciones reales, especialmente en lo que respecta a habilidades sociales (39%), iniciar conversaciones (18%), dar consejos (14%) y expresar emociones (13%).
¿Amigos reales o virtuales?
Uno de los hallazgos más relevantes del informe tiene que ver con cómo los adolescentes valoran estas relaciones digitales. Aunque el 33% usa los chatbots como forma de interacción social o vínculo emocional, el 67% asegura que las conversaciones con amigos reales son más satisfactorias. Sin embargo, un dato llamativo es que el 33% considera que los intercambios con IA pueden ser incluso más gratificantes que con sus pares en la vida real.
En cuanto al impacto sobre el tiempo compartido con personas reales, la mayoría sigue priorizando el contacto humano: el 80% de los usuarios frecuentes de compañeros de IA afirmó que pasa más tiempo con sus amigos que con los bots, y solo un 6% dijo lo contrario.
Entretenimiento, curiosidad y disponibilidad
Cuando se les preguntó por qué usan estos sistemas, los adolescentes ofrecieron respuestas diversas. El 30% lo hace por entretenimiento, el 28% por curiosidad tecnológica, el 18% busca consejos y el 17% destaca la disponibilidad constante de la IA. Además, casi la mitad (46%) considera a estos bots como herramientas tecnológicas, mientras que uno de cada tres (33%) los ve como espacios para interacción social.
Sin embargo, la confianza sigue siendo un punto crítico: el 50% de los adolescentes dijo no confiar en la información que reciben de estas plataformas. Esta desconfianza se profundiza con la edad: entre los chicos de 13 a 14 años, el 27% confía en los bots, pero este número desciende al 20% en los adolescentes mayores.
“Este estudio ofrece una fotografía inicial sobre cómo los jóvenes están usando la inteligencia artificial para simular vínculos humanos”, subraya el informe de Common Sense Media, que plantea preguntas urgentes sobre la función que la tecnología está asumiendo en la formación emocional y social de las próximas generaciones.
La rápida adopción de estos sistemas por parte de los adolescentes no solo representa un nuevo modelo de interacción digital, sino que también interpela a padres, educadores, desarrolladores y reguladores sobre los límites, riesgos y posibilidades de convivir con inteligencias artificiales que escuchan, responden y —en algunos casos— comprenden.