AI Dream Team: la batalla final, ofertas multimillonarias, traiciones y fichajes de estrellas

Meta, OpenAI, Microsoft y Google se disputan los cerebros más brillantes, las sumas ofrecidas superan los U$S 300 millones, los contratos se firman en secreto y el drama corporativo en Silicon Valley recuerda más a Hollywood que al mundo académico.

La carrera por dominar la inteligencia artificial (IA) ya no se libra únicamente en el desarrollo de modelos, sino en la caza de talento. En los últimos meses, Silicon Valley ha sido escenario de un enfrentamiento feroz entre Meta, OpenAI, Google y Microsoft, donde las ofertas explosivas, las renuncias inesperadas y los movimientos estratégicos han reconfigurado el mapa de la IA global.

El caso más emblemático fue el de Windsurf, una de las startups más prometedoras del sector. A mediados de junio, su CEO Varun Mohan sorprendió a su equipo al anunciar que abandonaba la compañía para unirse a Google, llevándose con él a un grupo selecto de investigadores. Muchos empleados, que esperaban la confirmación de una venta a OpenAI por U$S 3.000 millones, se quebraron emocionalmente. La operación colapsó y Google cerró una adquisición por U$S 2.400 millones.

Pero la historia no terminó allí. Solo un fin de semana después, la startup Cognition, liderada por Scott Wu, concretó la compra del resto de Windsurf. “Todos recibirán pagos, independientemente de si su equity se había consolidado o no”, anunció Jeff Wang, nuevo CEO de la compañía, ganándose una ovación de pie.

Meta y el ejército de la IA

En el centro de este torbellino se encuentra Meta, que bajo la dirección directa de Mark Zuckerberg está armando lo que muchos llaman un “dream team” de la IA. La empresa ha ofrecido paquetes salariales que superan los U$S 300 millones por cuatro años, con incentivos iniciales de hasta U$S 100 millones, según fuentes cercanas al proceso.

Meta se ha nutrido de talentos provenientes de OpenAI, Anthropic, Google DeepMind y Apple. Entre los fichajes más resonantes se encuentran Alexandr Wang, fundador de Scale AI, por quien la compañía invirtió U$S 14.000 millones, y Daniel Gross, ex CEO de Safe Superintelligence, startup que Zuckerberg intentó comprar sin éxito. También se sumó Nat Friedman, ex CEO de GitHub.

Zuckerberg defiende su estrategia. “Meta Superintelligence Labs tendrá niveles de cómputo líderes en la industria y, por lejos, el mayor cómputo por investigador”, escribió recientemente en Threads. Según trascendidos, el impulso para invertir más en talento surgió tras una conversación informal con Mark Chen, Chief Research Officer de OpenAI.

OpenAI: entre la resistencia y la indignación

La ofensiva de Meta no pasó desapercibida en OpenAI. Sam Altman, su CEO, advirtió a su equipo en Slack: “Estoy orgulloso de lo orientada que está nuestra industria hacia la misión. Claro que siempre habrá mercenarios. Pero los misioneros vencerán a los mercenarios”.

Chen, por su parte, fue más gráfico: “Siento una sensación visceral, como si alguien hubiera entrado a nuestra casa y robado algo”, escribió en un mensaje interno. Frente al asedio, OpenAI ha comenzado a ajustar sus compensaciones y explorar “formas creativas de reconocer a nuestros mejores talentos”.

Microsoft también entra en escena

El otro actor clave en esta batalla es Microsoft, que ha fichado a al menos 24 empleados de Google DeepMind en los últimos seis meses, incluyendo a Amar Subramanya, ex jefe de ingeniería del chatbot Gemini, quien expresó en LinkedIn: “La cultura aquí es refrescantemente baja en ego pero desbordante de ambición”.

Esta ofensiva tiene un claro arquitecto: Mustafa Suleyman, cofundador de DeepMind y actual responsable de la estrategia de IA para consumidores en Microsoft. En marzo, la empresa adquirió su startup Inflection AI por U$S 650 millones en una operación tipo “acqui-hire”.

La batalla entre Suleyman y su antiguo socio en DeepMind, Sir Demis Hassabis —reconocido con un Nobel de Química por su trabajo con IA en el estudio de proteínas—, añade una dimensión personal al conflicto.

¿Misión o dinero?

El debate ético también está sobre la mesa. Mientras algunas figuras como Altman denuncian una mentalidad “mercenaria” alimentada por sueldos desorbitantes, otros, como Zuckerberg, sostienen que la motivación real es el acceso a los mejores recursos técnicos.

El veterano inversor John Doerr, que popularizó la idea de que en Silicon Valley debían predominar los “misioneros” sobre los “mercenarios”, parece ver sus principios cuestionados por esta ola de adquisiciones y traiciones.

La lucha por el talento en IA ha alcanzado un nivel sin precedentes, transformando la industria en un tablero de ajedrez donde cada movimiento puede costar cientos de millones de dólares. Silicon Valley, que alguna vez se jactó de ser una comunidad unida por ideales y propósito, hoy se ve sacudida por decisiones que combinan ambición, innovación y mucho dinero.

En palabras de Jeff Wang, tras sellar la segunda venta de Windsurf: “Quiero reconocer que esta es una noticia extremadamente impactante y que tomará al menos 24 horas procesarla”. La guerra por el futuro de la IA recién empieza.

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