A pesar de los controles de exportación impuestos por la administración Trump, una investigación revela que procesadores de Nvidia valuados en más de U$S 1.000 millones llegaron a China a través de canales no oficiales, alimentando un pujante mercado negro que pone en jaque la estrategia tecnológica de Washington.
El plan de Estados Unidos para frenar el avance tecnológico de China mediante restricciones a la exportación de chips de inteligencia artificial (IA) enfrenta un serio revés. Según una investigación del diario británico Financial Times, entre abril y junio de 2024, procesadores avanzados de Nvidia por un valor estimado de más de U$S 1.000 millones en el mercado formal fueron vendidos e ingresaron a China, a pesar de estar prohibidos por las regulaciones de exportación estadounidenses.
El producto más codiciado es el Nvidia B200, una unidad utilizada por gigantes tecnológicos como OpenAI, Google y Meta para entrenar modelos de IA de última generación, pero que tiene la venta prohibida a China por su capacidad estratégica. No obstante, documentos analizados por el FT revelan que múltiples distribuidores chinos comenzaron a ofrecer estos chips a proveedores de centros de datos, apenas semanas después de que se endurecieran las restricciones a otro modelo —el H20— diseñado para cumplir con las regulaciones del gobierno del ahora ex presidente Joe Biden.
Según expertos legales, si bien es ilegal exportar estos productos desde EE.UU., no lo es comprarlos o recibirlos dentro de China, siempre que se paguen los aranceles correspondientes. Esta laguna jurídica ha sido explotada por redes de distribuidores que operan al margen del control estadounidense, abasteciendo a empresas locales de tecnología e infraestructura.
“Nvidia no tiene evidencia de desvíos de chips de IA”, declaró la compañía. “Los centros de datos requieren servicio y soporte, algo que solo ofrecemos para productos autorizados por Nvidia”, añadió.
Una red compleja y bien estructurada
Uno de los protagonistas del entramado es una empresa de la provincia de Anhui llamada Gate of the Era, que en pocos meses se posicionó como uno de los mayores revendedores de racks con B200. Fundada en febrero —coincidiendo con rumores sobre nuevas restricciones— y con sede en un parque industrial gubernamental dedicado a criptografía, la compañía vendió racks completos de chips, cada uno con ocho B200, por precios que oscilaban entre RMB 3 millones y 3,5 millones (entre U$S 489.000 y U$S 570.000).
En total, Gate of the Era habría comercializado cerca de U$S 400 millones en productos. Los equipos, del tamaño de una valija grande y con un peso de 150 kg, eran entregados listos para conectarse a un centro de datos, con software y hardware incluidos. Muchas de estas unidades habrían sido ensambladas originalmente por Supermicro, una empresa estadounidense que afirmó cumplir “con todos los controles de exportación” y negó tener conocimiento de desvíos.
El vínculo de Gate of the Era con China Century —una firma con sede en Shanghái que dice contar con un laboratorio en Silicon Valley y un centro logístico en Singapur— refuerza la tesis de una red internacional para abastecer el mercado chino. China Century negó haber adquirido chips de Nvidia y afirmó que se dedica a proyectos de “ciudades inteligentes”.
Redes sociales como canal de ventas
Imágenes y publicaciones en plataformas como Douyin y Xiaohongshu muestran cómo distribuidores promocionan abiertamente racks con procesadores B200, H100 y H200 de Nvidia, con logos visibles de empresas como Supermicro, Dell y Asus. Tanto Dell como Asus aseguraron cumplir estrictamente con las regulaciones estadounidenses y tomar medidas contra socios que incumplan.
“Es como un mercado de mariscos”, expresó un distribuidor al ser consultado por el FT. “No hay escasez”. De hecho, se observaron pruebas de funcionamiento en tiempo real para compradores, y operaciones que se concretaban inmediatamente después de verificar la legitimidad del producto.
La demanda también se ha extendido a chips más sofisticados como el GB200, con precios reportados de hasta RMB 40 millones (unos U$S 5,6 millones por rack). Algunos distribuidores ya están promocionando futuras entregas del B300, una versión aún más avanzada que entrará en producción masiva a finales de 2024.
El impacto de los controles y la reacción del mercado
Si bien el levantamiento parcial de las restricciones al chip H20 provocó una caída en las ventas del B200 en el mercado negro, la demanda por “lo último en tecnología” se mantiene. “Ahora que el H20 está disponible de nuevo, la gente está evaluando sus opciones”, explicó un distribuidor. “Pero siempre habrá demanda para lo más avanzado”.
Por su parte, los principales grupos tecnológicos chinos, al estar sujetos a restricciones legales, no pueden usar estos chips en sus propios centros de datos. Esto ha dado lugar a un ecosistema donde terceros operadores de data centers adquieren los chips y luego prestan servicios de procesamiento, incluso a empresas de sectores como salud, finanzas y tecnología.
Nuevas rutas, viejos patrones
A medida que EE.UU. considera imponer nuevas restricciones a países del sudeste asiático —como Tailandia o Malasia— que podrían estar sirviendo de puente para estos chips, los intermediarios ya han comenzado a usar rutas alternativas, incluyendo algunos países europeos que no figuran en las listas negras.
“El historial demuestra que, cuando hay ganancias enormes, siempre habrá quien encuentre la manera”, concluyó un distribuidor chino.
La evidencia es clara: la carrera por la supremacía en inteligencia artificial no solo se libra en laboratorios de investigación o bolsas de valores, sino también en un intrincado mercado paralelo que desafía normas, fronteras y potencias. Mientras tanto, empresas como Nvidia se enfrentan al dilema de ver sus chips estrella circular en mercados no autorizados, con impacto directo en la geopolítica tecnológica global.