Nvidia y el negocio oculto en China: crece la demanda de reparación de chips de IA prohibidos

Aunque EE.UU. prohíbe la venta de los chips más avanzados de Nvidia a China, la reparación de estas GPU se ha convertido en una industria en auge en Shenzhen. El fenómeno revela la magnitud del contrabando y la persistente dependencia de la tecnología estadounidense en plena tensión geopolítica.

En un rincón no oficial del gigantesco mercado tecnológico chino, una industria inesperada ha comenzado a florecer: la reparación de chips de inteligencia artificial fabricados por Nvidia que, según las leyes estadounidenses, no deberían estar allí. La demanda está impulsada por productos como las GPU H100 y A100, cuyas ventas directas a China están prohibidas desde 2022, pero que siguen apareciendo —usadas y desgastadas— en data centers del país asiático.

«Existe una demanda realmente significativa de reparaciones», señaló el cofundador de una firma tecnológica de Shenzhen que lleva 15 años reparando GPU para gaming y que desde finales de 2024 comenzó a especializarse en chips de inteligencia artificial. Su nueva empresa puede reparar hasta 500 unidades de Nvidia al mes. En sus instalaciones, mostradas en redes sociales, destacan una sala con capacidad para 256 servidores, lo que les permite simular entornos reales de centros de datos y validar el funcionamiento post-reparación.

El auge de este mercado clandestino refuerza las sospechas de que una cantidad considerable de estos chips ha ingresado ilegalmente a China, eludiendo las restricciones impuestas por Washington para frenar el avance tecnológico —y militar— del gigante asiático. De hecho, documentos de licitación pública han revelado que tanto el gobierno como las fuerzas armadas chinas han adquirido estas GPU prohibidas.

Ante la magnitud del problema, legisladores de ambos partidos en Estados Unidos han presentado proyectos de ley que exigen el rastreo obligatorio de chips de IA para controlar su destino tras la venta. Incluso el expresidente Donald Trump apoyó la propuesta esta semana.

Nvidia, por su parte, se ha desligado de toda responsabilidad. Un vocero de la empresa afirmó que solo ellos y sus socios autorizados “pueden ofrecer el servicio y soporte que los clientes necesitan”. Y agregó: “Usar productos restringidos sin el hardware, software y soporte técnico aprobado no tiene sentido, ni técnica ni económicamente”.

Un negocio con precios altos y riesgos aún mayores

El contexto legal es difuso: aunque la compra, venta y reparación de GPUs de Nvidia no es ilegal dentro de China, muchos de los técnicos entrevistados para este informe prefirieron mantenerse en el anonimato por temor a represalias tanto de las autoridades chinas como de las estadounidenses.

Algunas GPU H100 y A100 llevan años procesando datos ininterrumpidamente, lo que ha provocado un alza notable en la tasa de fallos. Según fuentes de la industria, una GPU de Nvidia tiene una vida útil de entre dos y cinco años dependiendo de su uso y mantenimiento.

La reparación tampoco es barata: una de las compañías cobra entre 10.000 y 20.000 yuanes (U$S 1.400 a U$S 2.800) por arreglo, dependiendo de la complejidad. Otra empresa, también ubicada en Shenzhen, repara hasta 200 chips al mes, cobrando alrededor del 10% del precio original del chip por servicio. Los trabajos incluyen diagnóstico de fallas en memoria, reparación de ventiladores, revisión de placas de circuito impreso y reemplazo de componentes dañados.

Huawei no alcanza y los B200 son los nuevos codiciados

Pese a que Huawei ha intentado competir con productos nacionales, las GPU de Nvidia siguen siendo el estándar preferido, especialmente para entrenar modelos de lenguaje de gran escala. La alternativa local, el chip H20 diseñado para cumplir con las restricciones de EE.UU., tiene un costo elevado: un servidor con ocho de estas GPU supera el millón de yuanes (U$S 139.400). Y aun así, su rendimiento no iguala al de las H100, según técnicos y desarrolladores chinos.

En paralelo, el interés del mercado ahora gira hacia los nuevos chips B200, el producto más potente de Nvidia hasta la fecha, que comenzó a distribuirse globalmente este año. En China, un servidor con ocho B200 cuesta más de 3 millones de yuanes (unos U$S 418.200), lo que demuestra que la demanda por tecnología de punta sigue viva, incluso cuando es clandestina.

El caso de Nvidia en China no solo desnuda las grietas del control tecnológico global, sino también la dependencia de la inteligencia artificial de alto nivel, incluso en escenarios de prohibición y conflicto comercial. En este mercado gris, donde la innovación convive con la ilegalidad, la reparación se ha convertido en un salvavidas para quienes necesitan mantener sus sistemas funcionando sin acceso directo a la fuente.

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