El Departamento de Comercio de EE.UU. empezó a emitir licencias para exportar el chip H20 a China después de que el CEO de Nvidia se reuniera con el presidente. La decisión, que pone en juego hasta U$S 8.000 millones de ventas perdidas, reaviva el choque entre seguridad nacional e intereses comerciales.
En un giro que reconfigura el acceso de la industria estadounidense al mercado chino, el Departamento de Comercio de los Estados Unidos comenzó a emitir licencias para que Nvidia exporte su chip H20 a China, según fuentes oficiales y reportes de la prensa. La medida llega semanas después de la decisión del Gobierno de revertir la prohibición inicial sobre la venta de ese componente, y tras una reunión en la Casa Blanca entre Jensen Huang, CEO de Nvidia, y el presidente Donald Trump.
El giro tras la reunión en la Casa Blanca
Fuentes consultadas por Reuters indican que las licencias empezaron a concederse pocos días después del encuentro entre Huang y Trump, y que la reversión de la prohibición de abril motivó la reapertura del proceso de autorizaciones. No está claro cuántas licencias se han aprobado, a qué empresas podrán dirigirse las ventas ni el monto total de los envíos autorizados. Nvidia y el Departamento de Comercio declinaron hacer comentarios públicos al respecto.
La decisión de autorizar las exportaciones del H20 —un chip diseñado por Nvidia específicamente para el mercado chino en el marco de las restricciones previas— reavivó un debate intenso entre responsables de seguridad y la propia industria tecnológica sobre los riesgos y beneficios de permitir estas ventas.
Impacto económico y la presión de la seguridad nacional
En términos económicos, la puesta en pausa de las ventas ya había impactado a Nvidia. La compañía advirtió que las restricciones podrían recortar U$S 8.000 millones de ventas en el trimestre de julio, y reportó que el H20 generó alrededor de U$S 4,6 mil millones en ventas durante el primer trimestre, con China representando 12,5% de sus ingresos en ese período. Además, la firma reconoció cargos contables relacionados con las limitaciones, y vio afectadas sus previsiones de negocio en el país.
Al mismo tiempo, un grupo de 20 expertos en seguridad nacional envió una carta al Departamento de Comercio advirtiendo que reanudar las ventas sería “un error estratégico que pone en peligro la ventaja económica y militar de Estados Unidos en inteligencia artificial”. Los firmantes incluyen exfuncionarios y especialistas que pidieron mantener las restricciones para evitar que el hardware impulsara capacidades militares rivales.
Nvidia, por su parte, ha defendido que bloquear las ventas solo aceleraría la autonomía tecnológica de China. El CEO Jensen Huang llegó a calificar las políticas de exportación como “un fracaso”, argumentando que las restricciones han incentivado el desarrollo interno y erosionado la cuota de mercado de la compañía en China.
Riesgos, incógnitas y lo que viene
El caso conjuga factores comerciales, tecnológicos y geopolíticos: a un lado, el interés de Nvidia por no perder acceso a un mercado que la compañía y analistas estiman puede alcanzar decenas de miles de millones de dólares; al otro, las advertencias de especialistas sobre el posible uso dual de esos chips en aplicaciones sensibles. Huang había estimado que el mercado de infraestructura de IA en China podría alcanzar alrededor de U$S 50.000 millones en los próximos años, una dimensión que explica la presión de la compañía por recuperar ventas.
A día de hoy persisten preguntas prácticas: ¿a cuántas y cuáles empresas chinas se les permitirá comprar H20? ¿Qué controles efectivos acompañarán las licencias? Y, en el plano político, ¿cómo influirá este precedente en futuras normas de exportación y en la relación tecnológica entre Washington y Pekín? Reuters destacó que no está claro el alcance exacto de las autorizaciones ni el volumen de los envíos aprobados.
La decisión de emitir licencias para el H20 muestra la tensión estructural entre la necesidad de proteger la seguridad nacional y la presión económica por mantener abiertas cadenas de suministro y mercados. Para Nvidia, el objetivo es recuperar capacidad comercial en China; para responsables de seguridad, minimizar riesgos estratégicos. El choque entre ambos imperativos marcará la agenda tecnológica y diplomática en los meses por venir.