Mientras Meta, OpenAI y Microsoft apuestan todo por asistentes inteligentes que dependen de los datos personales de los usuarios, Apple se mantiene firme en su compromiso con la privacidad, aunque eso signifique retrasarse en la competencia por dominar la inteligencia artificial.
La industria tecnológica está viviendo una auténtica fiebre de la inteligencia artificial (IA). Compañías como Meta y OpenAI sueñan con asistentes digitales omnipresentes: dispositivos, gafas inteligentes y chatbots capaces de aprenderlo todo sobre sus usuarios. Frente a esta tendencia, Apple –la marca californiana detrás del iPhone– está optando por un camino diferente que podría definir el futuro del sector.
“La privacidad es un derecho humano básico”, ha insistido Tim Cook, CEO de Apple, en más de una ocasión. La compañía se distingue, desde la era de Steve Jobs, por su férrea defensa de la privacidad. Bajo la dirección de Cook, estas políticas no solo se han endurecido, sino que han puesto a Apple en conflicto con gigantes como Facebook (ahora Meta) tras imponer reglas que limitaron el seguimiento publicitario de los usuarios y desencadenaron enfrentamientos legales, como el célebre caso con el Departamento de Justicia de EE.UU. por negarse a desbloquear el iPhone de un sospechoso.
Una IA que no sacrifica la privacidad
En pleno auge de la IA personalizada, Apple se enfrenta a una disyuntiva crucial: ¿se puede ofrecer inteligencia artificial de última generación sin ceder los datos personales de los usuarios? Para responder, la empresa ha integrado nuevas funciones de IA en el iPhone cuyas operaciones más sensibles ocurren directamente en el dispositivo, a diferencia de competidores que envían enormes cantidades de información a servidores remotos. Para tareas avanzadas, Apple recurre a su sistema Private Cloud Compute, en el que “los datos del usuario se procesan pero nunca se almacenan”.
Craig Federighi, jefe de software, y Greg Joswiak, responsable de marketing, recalcaron en una reciente entrevista que “la integración de la IA será siempre profundamente personal, privada y perfectamente integrada”. Sin embargo, varias de estas funciones aún son limitadas, y algunas se han demorado por no cumplir con los estándares que Apple exige en privacidad y funcionamiento.
Para ofrecer tecnologías todavía en desarrollo, Apple colabora con OpenAI e integra ChatGPT en algunos servicios. Aun así, el usuario debe aceptar expresamente (opt-in) estas funciones y, en caso de no iniciar sesión, “tus solicitudes son anónimas y no se utilizarán para entrenar los modelos de OpenAI”, se informa claramente en pantalla.
El dilema de los datos: ¿más inteligentes, menos privados?
La estrategia de Apple contrasta con la visión de figuras como Mark Zuckerberg (Meta) o Sam Altman (OpenAI). Zuckerberg describió su futuro ideal: gafas inteligentes potenciadas por IA capaces de “ver y escuchar la vida del usuario”, sugiriendo que, en pocos años, “no tener unas gafas con inteligencia artificial será una desventaja cognitiva significativa”.
Por su parte, Altman advirtió que los usuarios ya comparten con ChatGPT detalles “de las cosas más personales de su vida”, pero, a diferencia de una consulta médica o psicológica, OpenAI podría verse obligado a entregar esos datos si la ley así lo exige. “Deberíamos tener el mismo concepto de privacidad para tus conversaciones con IA que tenemos con un terapeuta”, subrayó Altman.
Desde Microsoft, Mustafa Suleyman, máximo responsable de IA en la compañía, anticipó que, en el futuro, los datos generados para estos sistemas “serán efímeros y cifrados”, pero reconoció que “el aprendizaje de tu historial seguirá siendo personalmente identificable y valioso”.
El precio de ir despacio… ¿o de cuidar el legado?
Las bolsas han reaccionado con escepticismo ante el ritmo más lento de Apple en IA y su estricta adhesión al paradigma de la privacidad, considerando que, en junio, sus funciones de inteligencia artificial en dispositivos seguían siendo limitadas. Sin embargo, algunos expertos valoran positivamente esta apuesta ética. Cook parece convencido de que “ante una nueva ola tecnológica, los viejos principios de privacidad seguirán siendo un arma poderosa”, aún si eso significa llegar tarde a la fiesta.
¿Podrá Apple seguir liderando el sector adaptando la IA a su filosofía? ¿O cederá terreno ante competidores que priorizan la personalización extrema, incluso a costa de la privacidad? La batalla por el futuro de la tecnología inteligente está servida, y Apple está decidida a no ceder ni un byte de privacidad en el camino.