La decisión marca un giro decisivo en la estrategia de IA de Tesla, que redobla su apuesta en los nuevos chips AI5 y AI6 fabricados por TSMC y Samsung, dejando atrás un proyecto en el que había invertido U$S 500 millones.
En un anuncio que sacudió al mercado tecnológico y automotriz, Elon Musk confirmó la disolución del equipo responsable de Dojo, la supercomputadora de entrenamiento de inteligencia artificial de Tesla. Este movimiento se produce apenas semanas después de que Musk asegurara que un segundo clúster Dojo operaría “a escala” en 2026, lo que subraya lo abrupto de la decisión.
“Una vez que quedó claro que todos los caminos convergían hacia AI6, tuve que cerrar Dojo y tomar decisiones difíciles respecto al equipo, ya que Dojo 2 era ahora un callejón evolutivo sin salida”, comunicó Musk a través de X, la red social de su propiedad. El magnate explicó que “Dojo 3 vive, en cierto sentido, en la forma de una gran cantidad de sistemas AI6 en una sola placa”.
De Dojo a AI6: reconfiguración estratégica
Tesla había dado vida al primer Dojo con una mezcla de GPUs Nvidia y sus propios chips D1, y tenía planes avanzados para construir una segunda fábrica, Dojo 2, que utilizaría chips D2 de desarrollo interno. Estos avances formaban parte de la visión que Musk compartía desde 2019: hacer de Dojo el corazón de la autonomía total de Tesla y la robótica humanoide. Sin embargo, el desarrollo del chip D2 será discontinuado y el proyecto Dojo queda oficialmente desactivado, a la par que Tesla traslada su enfoque a los chips AI5 y AI6.
Estos nuevos procesadores ya están siendo fabricados por TSMC y Samsung, y representan una fuerte alianza con gigantes asiáticos mediante un acuerdo de U$S 16.500 millones con Samsung. El chip AI5 se orienta principalmente a potenciar el sistema FSD (Full Self-Driving) de Tesla, mientras que el AI6 está diseñado tanto para inferencia en tiempo real —clave para la conducción autónoma en autos y capacidades robóticas— como para el entrenamiento de IA a gran escala.
Musk justificó este viraje al afirmar: “No tiene sentido para Tesla dividir sus recursos y escalar dos diseños de chips de IA bastante diferentes. Los chips Tesla AI5, AI6, y los posteriores, serán excelentes para inferencia y al menos bastante buenos para entrenamiento. Todo el esfuerzo está centrado en eso”.
El empresario detalló que “en un clúster de supercomputadora, tiene más lógica poner muchos chips AI5/AI6 en una placa, sea para inferencia o entrenamiento, simplemente para reducir la complejidad y el costo del cableado de red en varios órdenes de magnitud”. Y zanjó: “Eso podría llamarse Dojo 3, supongo”.
Un final inesperado para un proyecto multimillonario
La interrupción de Dojo llega tras inversiones colosales: Tesla había destinado U$S 500 millones al desarrollo de esta supercomputadora en su planta de Buffalo, Nueva York. El futuro de esa infraestructura y las implicancias para la hoja de ruta tecnológica de la compañía aún son inciertas, ya que ni Tesla ni Musk han aclarado si “Cortex”, el ambicioso “superclúster de IA” anunciado para su sede en Austin, sigue en pie.
La reconfiguración coincide con un contexto complejo para Tesla. La compañía enfrenta caídas en las ventas de autos eléctricos y una imagen de marca golpeada por los movimientos de Musk en el ámbito político. Además, Musk se ve presionado a demostrarles a los inversores que Tesla sigue siendo líder en autonomía, pese a un accidentado debut de su robotaxi en Austin en junio, donde se reportaron múltiples incidencias de conducción errática.
El desafío de liderar la IA automotriz
Desde 2019, Musk presentó a Dojo como la piedra angular de la visión autónoma de Tesla, prometiendo revolucionar tanto el piloto automático como la robótica. Sin embargo, el énfasis ahora está en la integración de hardware de última generación a través de AI5 y AI6, con la mirada puesta en simplificar la arquitectura tecnológica y en la eficiencia de costos.
La industria espera expectante los próximos pasos. El cierre de Dojo no significa el abandono de la inteligencia artificial en Tesla, sino un reordenamiento de prioridades para sobrevivir —y dominar— en un sector en permanente evolución. Como el propio Musk reconoció al despedirse del proyecto: “Tuve que tomar decisiones difíciles… Es la única forma de seguir avanzando”.
Este drástico giro redefine el futuro de Tesla en IA: menos legado, más innovación alrededor de los chips de nueva generación, y la presión intacta por demostrar que la promesa de la autonomía total está más cerca que nunca.