CoreWeave, el “hyperscaler” de IA respaldado por Blackstone y Magnetar Capital, acordó adquirir Core Scientific en un intercambio de acciones que implica ceder cerca del 10% del capital. La operación —valorada inicialmente en U$S 9.000 millones para Core Scientific y con sinergias proyectadas por U$S 10.000 millones— expone las tensiones entre valoración de mercado, riesgo de voto de accionistas y la dificultad de calcular empresas de AI en Bolsa.
CoreWeave, un proveedor de potencia de cómputo para centros de datos centrado en cargas de trabajo de IA, salió a Bolsa en marzo de 2025 a U$S 40 por acción. A principios de junio sus títulos llegaron a superar los U$S 180 —lo que implicó una capitalización superior a U$S 100.000 millones— pero una toma de resultados débil hizo que la acción retrocediera por debajo de U$S 100, aunque permaneció por encima del precio de IPO.
En julio, CoreWeave anunció la compra de Core Scientific, un proveedor de capacidad de centro de datos y energía que hasta hace poco era mayormente conocido por la minería de bitcoin. En vez de pagar en efectivo, CoreWeave propuso pagar con sus propias acciones, cediendo algo así como una décima parte de la empresa.
Al anunciarse la operación, Core Scientific recibió una valoración de U$S 9.000 millones, un premio del 60% respecto del nivel en que cotizaba antes de los rumores. CoreWeave afirmó que la fusión “ahorrará más de U$S 10.000 millones en pagos futuros”, en línea con la lógica de integración vertical que busca reducir costos entre comprador y vendedor.
Disentimiento y el test del mercado público
No todos los accionistas de Core Scientific celebraron el acuerdo. El fondo Two Seas, que ha tomado una participación del 6%, está intentando movilizar a otros inversores para votar en contra del canje accionario. “Core Scientific puede prosperar como compañía independiente si es necesario”, sostiene ese grupo, que cuestiona que la caída en el precio de CoreWeave haya reducido el valor efectivo del pago en acciones y, por ende, subvalúe el potencial a largo plazo de Core Scientific.
La situación es emblemática del problema que enfrentan las empresas públicas jóvenes en el ecosistema AI: su valoración diaria (“mark-to-market”) puede fluctuar violentamente, lo que complica acuerdos que dependen de acciones como moneda de pago. La tensión se intensifica cuando ambas partes —compradora y objetivo— dependen de la confianza de dos bases distintas de accionistas para que el intercambio prospere.
Por qué importa más allá del deal
Varias razones explican por qué el mercado y la industria observan con atención este acuerdo:
- Benchmark sectorial. Si la operación se concreta en los términos anunciados, ofrecerá una referencia sobre cuánto están dispuestas a pagar (o ceder) los inversores públicos por activos de infraestructura crítica para IA.
- Señal para startups privadas. Las variaciones de CoreWeave —subidas meteóricas y correcciones bruscas— son una señal sobre el riesgo de salir a bolsa frente a permanecer financiado por capital privado a valoraciones elevadas.
- Política de integración vertical. Ahorrar U$S 10.000 millones en pagos futuros suena atractivo, pero implica un riesgo operativo: la gestión combinada de centros de datos, energía y contratos comerciales debe materializar eficiencias reales para justificar la permuta de acciones.
El caso recuerda las fusiones de la era dotcom, como la megafusión AOL-Time Warner —valorada en U$S 165.000 millones— que prometía sinergias transformadoras y no alcanzó las expectativas. Hoy, el escrutinio público y la disciplina del mercado exigen pruebas más sólidas antes de premiar con permanencia en el precio a una tesis de integración.
Qué queda por conocer
En los próximos días se hará pública una presentación regulatoria que detallará las negociaciones y la valoración (el “proxy filing”), y que incluirá el análisis financiero de los bancos que asesoraron la operación. Ese documento será clave para entender cómo se llegó a U$S 9.000 millones, qué supuestos de sinergia se usaron y si existieron alternativas consideradas (ofertas en efectivo, búsqueda de deuda, etc.).
Además de la contabilidad de sinergias, los accionistas querrán confirmar: ¿qué derechos políticos tendrá Core Scientific tras la fusión? ¿habrá asientos en directorios? ¿qué garantías existen sobre hitos operativos y financieros? Y, crucialmente, ¿cómo afectará la reciente volatilidad de CoreWeave al valor real que recibirán los accionistas objetivo?
Conclusión: confianza pública vs. fe en la tesis
Si los tenedores de Core Scientific optan por permanecer independientes y logran demostrar crecimiento sostenible, será una señal de que el mercado público aún respalda apuestas individuales sobre la infraestructura de IA. Si, en cambio, aceptan la oferta, podría interpretarse que la confianza en la narrativa del sector está más tibia de lo que aparenta: los inversores prefieren certidumbre inmediata a una potencial revalorización futura.
En cualquiera de los dos escenarios, la fusión CoreWeave-Core Scientific será lectura obligada para inversores, operadores de centros de datos y startups de IA que buscan medir cómo el mercado público valora hoy la infraestructura que sostiene el boom de la inteligencia artificial.