OpenAI pasaría a valer U$S 500.000 millones y empleados venderían acciones por U$S 6.000 millones

Un consorcio liderado por SoftBank, junto a Dragoneer y Thrive, planea comprar hasta U$S 6.000 millones en acciones a empleados y exempleados de OpenAI, en una operación secundaria que sitúa la valoración implícita en U$S 500.000 millones. El movimiento llega además sobre una ronda primaria dirigida por SoftBank de U$S 40.000 millones y en medio de proyecciones de ingresos que multiplican por tres los números recientes.

Qué propone la operación y por qué importa

Según fuentes citadas por la prensa financiera, los actuales y antiguos empleados de OpenAI planean vender aproximadamente U$S 6.000 millones en acciones a un grupo de inversores donde figuran SoftBank, Dragoneer Investment Group y Thrive Capital. Esa transacción secundaria colocaría una valoración teórica de la compañía en torno a U$S 500.000 millones.

La operación no reemplaza la ronda primaria que SoftBank está liderando —un ambicioso levantamiento por U$S 40.000 millones que fijó una valuación previa de U$S 300.000 millones— sino que la complementa: el secondary sale permite liquidez a empleados sin necesidad de una salida a bolsa inmediata.

Liquidez para talento en la guerra por fichajes

El objetivo práctico es dar salida a empleados que han acumulado participaciones valiosas en una etapa de fuerte competencia por talento: empresas como Meta y otras big tech ofrecen paquetes millonarios para captar ingenieros y científicos de IA. Permitir ventas secundarias es una herramienta usada por startups para retener talento sin tener que salir a cotizar. Esta dinámica explica por qué inversores con enormes chequeras están dispuestos a comprar acciones directamente a personal clave.

Las cifras que justifican la exuberancia

OpenAI ha proyectado un salto importante en ingresos: la compañía espera que sus ventas se multipliquen y alcancen U$S 12.7 mil millones en 2025, frente a U$S 3.7 mil millones en 2024, según reportes basados en comunicaciones internas y análisis publicados por medios financieros. Ese crecimiento exponencial —si se materializa— es la base sobre la que inversores justifican valuaciones y nuevas rondas.

Además, en las últimas semanas OpenAI ha conseguido compromisos por U$S 8.3 mil millones dentro de la ronda mayor, una señal de demanda de colocación primaria que explica por qué distintos actores buscan acceso, tanto en la ronda principal como en ventas secundarias.

Riesgos y preguntas abiertas

No todo en la ecuación es certidumbre. Una valuación privada de U$S 500.000 millones depende de supuestos de crecimiento y márgenes que todavía no son públicos ni auditados. Además, el tamaño de la venta secundaria y quiénes concretamente venden acciones (y en qué condiciones) puede ajustarse hasta el cierre. Analistas advierten sobre la sensibilidad de estas operaciones: el valor implícito fluctúa según el precio negociado y la percepción del mercado sobre el ritmo de adopción de IA empresarial.

También hay un componente estratégico: con compromisos y compras por parte de un actor dominante como SoftBank, la relación entre capital privado, decisiones de gobernanza y futuras rondas o salida a bolsa se complica. SoftBank ya había hecho compras previas de acciones de empleados y ha sido un actor clave en la financiación de OpenAI; su rol combinado como inversor mayoritario en rondas y comprador directo levanta preguntas sobre alineamiento de incentivos a futuro.

Altman y la ambición de infraestructura

En una conversación pública con periodistas, el CEO Sam Altman dijo que OpenAI prevé un gasto masivo en infraestructura: “Deberían esperar que OpenAI gaste billones de dólares en centros de datos en un futuro no muy lejano”, y añadió que los economistas mostrarán escepticismo mientras ellos seguirán su hoja de ruta: «¿saben qué? Déjennos hacer lo nuestro», fue su síntesis. Ese énfasis en infraestructura explica por qué la compañía persigue fuentes de capital extraordinarias.

¿Liquidez razonable o burbuja por etapas?

La propuesta de venta secundaria por U$S 6.000 millones y la valoración implícita de U$S 500.000 millones son un termómetro de la confianza privada en OpenAI y, por extensión, en el sector IA. Para empleados y exempleados representa una oportunidad de liquidez en un mercado donde la competencia por talento es feroz; para inversores, es una apuesta a que los ingresos proyectados y la necesidad de infraestructura justificarán retornos futuros.

Sin embargo, la operación también pone de relieve riesgos clásicos: sensibilidad a estimaciones futuras, dependencia de rondas gigantescas, y la tensión entre liquidez privada y responsabilidad ante un eventual mercado público. Hasta que exista un cierre formal y documentos que detallen términos, montos y condiciones, el plan seguirá siendo una señal —muy ruidosa— de que la era de las megarrondas de IA está aquí, con todo lo que eso implica.

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