Dos de los grupos periodísticos más grandes de Japón, Nikkei y The Asahi Shimbun, llevaron a Perplexity AI a la Justicia en Tokio, alegando que el buscador de respuestas con IA “copió y almacenó” artículos sin permiso. El caso suma presión legal sobre las empresas de IA y reabre el debate sobre licencias, transparencia y el modelo de negocio de los motores de respuestas basados en LLM.
La demanda en Tokio y las acusaciones concretas
Nikkei y Asahi Shimbun presentaron la demanda ante el Tribunal de Distrito de Tokio el 26 de agosto de 2025, solicitando una orden judicial para que Perplexity deje de reproducir sus notas, la eliminación del material archivado en los servidores de la compañía y ¥ 2.200 millones (U$S 15 millones) en daños por cada editorial demandante.
En el comunicado conjunto que acompañó la acción, los periódicos acusan a Perplexity de “copiar artículos almacenados en los servidores de ambas compañías y guardarlos en sus propios servidores al generar respuestas”, y denuncian además que, “algunos ‘resultados’ de respuestas citan los nombres y artículos de las dos compañías pero presentan información falsa distinta al contenido real, lo que perjudica la credibilidad del periodismo”.
Las empresas recuerdan que, para proteger el uso no autorizado de sus contenidos, disponen de un fichero robots.txt que deja claro que no autorizan ese tipo de uso automatizado, y sostienen que Perplexity “ha ignorado esta advertencia”, configurando lo que describieron como un “aprovechamiento a gran escala y continuo” del trabajo periodístico. En el comunicado se advierte: “Si esto queda sin control, esta situación podría socavar los cimientos del periodismo… y, en última instancia, amenazar el corazón de la democracia”.
Un conflicto global: demandas, acuerdos y la estrategia de Perplexity
El caso japonés se suma a una batería de litigios similares alrededor del mundo. Ya en 2024 Dow Jones y New York Post habían presentado demandas contra Perplexity por presunta copia masiva de contenido noticioso, y en 2025 un tribunal de Nueva York rechazó una moción de la startup para desestimar o trasladar ese caso, que sigue activo. Estos procesos muestran cómo los grandes editores están atacando jurídicamente el modelo de negocio de los llamados “answer engines”.
Para intentar mitigar la tensión con los creadores de contenido, Perplexity lanzó programas de colaboración con medios y un esquema de reparto de ingresos (Publishers’ Program y, más recientemente, el plan Comet Plus). En su blog corporativo la compañía explica que cuando Perplexity obtiene ingresos por interacciones que citan contenidos de un medio, ese medio debería recibir una parte del ingreso; además, Perplexity ha anunciado acuerdos con varios editores internacionales (TIME, Der Spiegel, Fortune, entre otros) como parte de su estrategia para “pagar” por el valor que los publishers aportan.
Sin embargo, los acuerdos voluntarios no han detenido las demandas: los editores reclaman que el simple reparto de ingresos no remueve la práctica —o la aparente práctica— de almacenar y reproducir textos protegidos sin autorización previa ni control explícito sobre cómo se usan esos activos.
Impacto para medios, reguladores y empresas que integran IA
La oleada de litigios plantea varios desafíos prácticos y regulatorios. En términos inmediatos, un fallo a favor de los periódicos podría obligar a Perplexity y a otros proveedores a borrar datos, renegociar licencias o limitar fuentes a las que sus agentes pueden acceder. Para los medios, el litigio busca proteger no solo ingresos publicitarios sino también “la credibilidad” —según lo expresado por Nikkei y Asahi— cuando sus nombres aparecen como fuentes de respuestas incorrectas
A escala global, el conflicto se inserta en una trama más amplia: editoriales en Estados Unidos, Canadá, India y Europa han presentado o valorado acciones legales por el uso de material periodístico para entrenar o alimentar sistemas de IA (casos emblemáticos incluyen demandas contra OpenAI, entre otros). Los tribunales están calibrando ahora hasta qué punto el uso masivo de textos en el entrenamiento o su reproducción por los modelos constituye una infracción o puede ser amparado por figuras como el “fair use”.
Qué observar en las próximas semanas
- Resoluciones judiciales: si el Tribunal de Distrito de Tokio concede medidas cautelares (por ejemplo, la eliminación de archivos), el precedente será relevante para otros litígios internacionales.
- Evolución de los acuerdos editoriales: si los programas de reparto de Perplexity (y su nuevo plan Comet Plus) se amplían y consiguen adhesiones masivas, podrían reducir la presión legal; si no, los abogados de los medios seguirán buscando vías judiciales.
- Regulación: la presión de los tribunales y la opinión pública podría acelerar leyes que obliguen a transparencia en datasets y a mecanismos de licencia específicos para entrenar o servir contenidos mediante IA.
Para editores y empresas que integran IA, la recomendación es clara: auditar flujos de datos y prompts, exigir cláusulas contractuales que protejan derechos de autor y trazabilidad, y diferenciar entre lo que el modelo “puede ver” y lo que está autorizado a reproducir o resumir. El litigio en Tokio es, en definitiva, otra señal de que la convivencia entre periodismo y modelos de lenguaje todavía está lejos de resolverse y que el mercado buscará —por la vía contractual, judicial y regulatoria— un nuevo equilibrio entre innovación y propiedad intelectual.