OpenAI y Microsoft firmaron un memorando de entendimiento no vinculante que permitiría convertir la parte con lucro de la compañía en una public benefit corporation; el plan contempla que la fundación sin fines de lucro de OpenAI reciba una participación valorada en más de U$S 100.000 millones, pero la reestructuración aún depende de aprobaciones regulatorias y del cierre de acuerdos definitivos.
OpenAI anunció que alcanzó un acuerdo no vinculante con su mayor inversor, Microsoft, para revisar su relación y permitir que la rama con fines de lucro de la compañía se convierta en una public benefit corporation (PBC). El documento —un memorandum of understanding (MOU)— marca la hoja de ruta para la transición, aunque todavía debe concretarse en un acuerdo definitivo y ser validado por autoridades estatales.
En el comunicado conjunto las compañías precisaron: “Microsoft and OpenAI have signed a nonbinding memorandum of understanding (MOU) for the next phase of our partnership” y añadieron que “We are actively working to finalize contractual terms in a definitive agreement”. Estas frases subrayan que, por ahora, se documentan intenciones y expectativas más que obligaciones legales cerradas.
El presidente del consejo de OpenAI, Bret Taylor, explicó en la comunicación oficial que la organización sin fines de lucro de OpenAI “obtendría una participación accionaria que superaría los U$S 100.000 millones, convirtiéndola en una de las organizaciones filantrópicas con más recursos del mundo”. Esa participación permanecería ligada al control operativo, según Taylor.
La negociación entre OpenAI y Microsoft pone fin, al menos momentáneamente, a meses de tensiones sobre gobernanza y control tecnológico. Bajo el acuerdo vigente hasta ahora, Microsoft disfrutaba de acceso preferente a la tecnología de OpenAI y era su principal proveedor de servicios en la nube; sin embargo, OpenAI ha buscado diversificar su dependencia —incluyendo acuerdos de computación con Oracle y proyectos con SoftBank— como parte de una estrategia para ganar autonomía. Entre esos movimientos recientes figura un contrato reportado para comprar U$S 300.000 millones en capacidad de cómputo a Oracle a partir de 2027.
El proceso, en todo caso, aún debe superar revisiones regulatorias: Bret Taylor señaló que OpenAI y Microsoft “continuarán trabajando con las oficinas de los fiscales generales de California y Delaware” para avanzar en el plan de transición, lo que deja claro que la autorización estatal es un paso clave antes de cualquier conversión formal.
El telón de fondo incluye disputas y litigios públicos. El multimillonario Elon Musk presentó una oferta no solicitada por U$S 97.4 mil millones para comprar la entidad sin fines de lucro que controla OpenAI —una acción que hundió raíces en el debate sobre la misión original de la startup— y además mantiene una demanda que cuestiona la transición hacia fines de lucro. En paralelo, las negociaciones sobre la adquisición planeada de la startup Windsurf desencadenaron fricciones con Microsoft, y los fundadores de Windsurf terminaron contratados por Google mientras el resto del equipo fue absorbido por Cognition.
La reestructuración que ahora se perfila tiene implicaciones estratégicas y de mercado: permitiría a OpenAI captar más capital y, eventualmente, cotizar en bolsa; al mismo tiempo, pretende conservar el control normativo y misional a través de la entidad sin fines de lucro que retendría la supervisión. Pero también aviva preguntas sobre transparencia, conflicto de intereses y sobre cuánto control seguirá ejerciendo Microsoft en la práctica, una inquietud que ya motivó intensos debates internos en 2023 cuando la junta llegó a destituir y luego reinstalar al CEO Sam Altman.
Para ejecutivos y decisores corporativos, el movimiento es relevante en dos frentes: por un lado, señala la madurez y la ambición del ecosistema de IA para reconfigurar modelos corporativos; por otro, recuerda que las transiciones que combinan misión pública y capital privado requieren esquemas regulatorios claros y supervisión para evitar riesgos reputacionales y legales. En las próximas semanas se sabrá si el MOU se transforma en un acuerdo definitivo y cómo responderán reguladores y grupos críticos a estos cambios.