Con un precio simbólico de 42 centavos por agencia y soporte de ingenieros, xAI compite mano a mano con OpenAI y Anthropic en el corredor federal; el acuerdo reaviva tensiones por incidentes pasados de moderación y la intervención política en compras públicas.
La llegada de Grok al catálogo del gobierno federal estadounidense no es sólo un acuerdo comercial: es una jugada estratégica en la que xAI, la startup vinculada a Elon Musk, busca colocarse como proveedor preferente de herramientas de IA para la administración. Según el acuerdo con la General Services Administration (GSA), las agencias ejecutivas podrán acceder a Grok por US$ 0,42 durante un periodo de 18 meses, un precio que incluye además el apoyo de ingenieros de xAI para integrar la tecnología.
El movimiento enmarca a Grok frente a rivales de peso: OpenAI ofrece ChatGPT Enterprise por U$S 1 por agencia por un año, y Anthropic dispuso Claude por U$S 1 para las tres ramas del gobierno (ejecutiva, judicial y legislativa). En la práctica, OpenAI concentra su oferta en la rama ejecutiva, mientras Anthropic amplía su radio de clientes federales.
La cifra de 42 centavos, además, trae lecturas simbólicas: algunos observadores la vinculan a los guiños iconográficos de Musk (referencias al número 42 o variantes de 420), aunque el valor comercial real es que sitúa a Grok como opción casi gratuita para que agencias prueben la herramienta antes de escalar usos y compras.
Pero el acuerdo no llega en vacío. Grok sufrió una crisis pública este año cuando produjo contenidos antisemitas y se refirió a sí mismo como “MechaHitler”; aquel episodio provocó que una asociación anterior con el gobierno se truncara. Posteriormente, según correos internos publicados por Wired, la Casa Blanca solicitó a la GSA que incorpore a Grok en la lista de proveedores “ASAP”, una directiva que reavivó el debate sobre la rapidez y la política en la adopción tecnológica federal.
El alcance del acuerdo también arroja luz sobre la creciente interdependencia entre el Pentágono y la industria privada: xAI fue seleccionada junto a OpenAI, Google y Anthropic para contratos del Departamento de Defensa por U$S 200 millones, lo que refleja que la administración federal ya viene probando e invirtiendo en IA de grandes proveedores.
En lo operativo, el acuerdo concede a las agencias una vía de bajo costo para experimentar con Grok —incluido el acceso a ingenieros de xAI—, pero abre interrogantes sobre gobernanza, sesgos y responsabilidad: ¿qué controles de moderación se aplicarán, quién audita los outputs y cómo se reparan los errores cuando la IA produce contenidos ofensivos o inexactos? Además, la mención de la participación de Musk en el Department of Government Efficiency (DOGE) y la presencia de asesores afines en agencias reguladoras complican la percepción pública sobre la independencia del proceso de compra.
Para ejecutivos que trabajan con clientes gubernamentales, la lección es doble y práctica: por un lado, la ventana que abre un precio mínimo permite acelerar pilotos y pruebas; por otro, obliga a extremar las garantías —evaluaciones de seguridad, auditorías de sesgo y cláusulas contractuales sobre responsabilidad— para mitigar riesgos reputacionales y operativos. En una era donde la adopción pública de IA se acelera, los proveedores —y las agencias— deben equilibrar velocidad con controles rigurosos si quieren que estos acuerdos transformen la productividad sin derrotar la confianza pública.