Google, Midjourney y la IA que está desnudando el poder cultural de Hollywood

La democratización técnica —desde generadores de video de segundos hasta plataformas que permiten crear series— obliga a la meca del cine a redefinir su valor: ¿sigue siendo Hollywood la autoridad cultural o perderá su exclusividad frente a creadores individuales y startups impulsadas por IA?

La industria del cine, hasta hoy sinónimo de escala, capital y cadenas de producción, se encuentra en una coyuntura histórica. Claro, la inteligencia artificial no solo acelera procesos, sino que debilita la exclusividad simbólica que convirtió a Los Ángeles en la usina cultural del siglo XX con un poder cultural e intelectual que va más allá de las palabras y los símbolos que se pueden apreciar en la pantalla.

Cuando poderosas herramientas permiten generar imágenes y clips con calidad cinematográfica desde una laptop o un teléfono, la pregunta deja de ser técnica y se vuelve cultural: ¿quién tiene derecho a llamarse creador?

Los números ayudan a medir la dimensión del conflicto. El negocio cinematográfico sigue siendo masivo: la taquilla global de 2024 rondó los US$ 30.000 millones, pero ese flujo ya no garantiza poder cultural ni empleos estables sin una adaptación profunda.

Además, aunque el texto señala que la región de Los Ángeles emplea “más de 165.000 personas” de forma directa, la industria audiovisual estadounidense sostiene millones de empleos vinculados a la cadena de valor, un dato que subraya la magnitud del desafío para políticas públicas y sindicatos.

La tecnología no es una hipótesis: ya existe y produce efectos medibles. Modelos y herramientas como Google Veo 3, la nueva capacidad de video de Midjourney y motores comerciales como Kling permiten crear secuencias con sonido y movimiento a partir de instrucciones de texto o de una sola imagen. Estas soluciones, por ahora limitadas a clips cortos o a iteraciones costosas en volumen, están mejorando con rapidez y entrando en flujos de trabajo comerciales.

Ese avance tiene consecuencias directas en el mercado. Un ejemplo paradigmático: la plataforma Kalshi emitió un aviso de 30 segundos durante las finales de la NBA que, según los responsables creativos, se produjo con herramientas de IA en apenas dos o tres días y costó alrededor de US$ 2.000 —una fracción mínima de lo que exige una producción tradicional—. Ese caso demuestra que la industria publicitaria ya está probando modelos donde creatividad, rapidez y escala se reconfiguran alrededor de algoritmos y prompts.

La reacción organizativa y colectiva no tardó en llegar. Las huelgas de 2023 de Writers Guild of America y SAG-AFTRA fijaron límites y reclamaron salvaguardas frente al uso indiscriminado de IA; los acuerdos negociados introdujeron restricciones sobre cómo se puede usar la inteligencia artificial respecto al material de los creadores. Pero esos acuerdos son apenas un parche si la tecnología sigue abaratando y multiplicando la oferta creativa.

Rocío Taboada, productora audiovisual, resume la tensión con contundencia: «El cine siempre sobrevivió a sus fantasmas: al sonido, a la televisión, al VHS, al streaming. Pero la IA no compite por la pantalla, compite por el alma de la creación.» explica Rocío Taboada, productora audiovisual.

Y agrega una observación que corta al hueso: «Antes, filmar exigía capital, tiempo y un ejército de técnicos. Hoy, un adolescente con un teléfono puede imitar a Kubrick. Eso no destruye a Hollywood, lo desnuda.»

¿Qué caminos tiene Hollywood?

El más obvio es reconvertirse: explotar ventajas que la IA no replica fácilmente (marcas culturales, acceso a IPs valiosas, infraestructuras y cadenas de distribución globales) y redefinir la autoría como alianza entre tecnología y oficio. Otro camino es la contención regulatoria: más acuerdos laborales, etiquetas claras sobre contenido generado por IA, y marcos de derechos de autor que obliguen a la transparencia sobre datos de entrenamiento. Si ninguna de estas respuestas se aplica con rapidez y tino, el resultado será una industria más pequeña y menos dominante culturalmente.

Para ejecutivos y decisores en empresas, la lección es práctica: la disrupción ya está en ejecución. Hay que mapear riesgos (pérdida de talento, erosión de márgenes en publicidad y VFX) y oportunidades (nuevos modelos de producción, personalización masiva de contenido, producto como servicio). El futuro inmediato no será la muerte de Hollywood, sino su transformación —quizás hacia un ecosistema donde los estudios sobrevivan, pero con menos monopolio simbólico y más competencia creativa de actores distribuidos por todo el planeta.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

WP to LinkedIn Auto Publish Powered By : XYZScripts.com