La carrera de inversión en IA podría estar cerca de su punto de inflexión

El auge de gasto en infraestructura de inteligencia artificial recuerda los excesos de la burbuja tecnológica de los años 2000: una expansión acelerada que puede asegurar su adopción masiva, pero también un desplome significativo antes de que el sector consolide su potencial.

Tras años de subidas vertiginosas, las acciones vinculadas a inteligencia artificial muestran señales clásicas de una burbuja en etapa avanzada. Los llamados hyperscalers —los mayores constructores de infraestructura digital— están realizando inversiones de capital sin precedentes, mientras las valuaciones de muchas compañías se disparan a niveles cercanos a 30 veces las ganancias y 8 veces las ventas.

La construcción acelerada de capacidad física para IA recuerda el boom de capital expenditure (capex) que se vivió en la televisión, medios y telecomunicaciones a finales de los años 90. Entonces, la digitalización y la telefonía móvil impulsaron expectativas desorbitadas, pero el exceso de capacidad resultó en un colapso del mercado, el célebre TMT bust.

Señales de sobrecalentamiento

Las condiciones son familiares: concentración extrema de acciones en índices estadounidenses, operaciones cruzadas entre empresas que inflan sus valuaciones, compras mutuas de productos y financiamiento de ventas para sostener el crecimiento.

Europa lidera hoy en regulación con su Ley de IA, mientras competidores como Deep Seek (China) y K2 (Emiratos Árabes) proponen modelos que consumen menos potencia de cálculo, lo que presiona a los hyperscalers a replantearse sus gastos.

Más preocupante aún son las señales de tensión en los flujos de caja de las tecnológicas. En caso de que los compradores finales de IA sufran un shock externo de liquidez, las ventas podrían desplomarse más rápido que el ritmo al que se recorta el capex, con impactos inmediatos en la rentabilidad y la capacidad de recomprar acciones.

Lecciones del pasado

La historia demuestra que las burbujas no estallan porque la visión tecnológica falle, sino por cambios regulatorios, aumento de competencia o incapacidad de los clientes para sostener la demanda. En el colapso del TMT, gigantes como Microsoft (-65%), Apple (-80%), Oracle (-88%) y Amazon (-94%) tardaron entre 5 y 16 años en recuperar sus máximos del 2000.

Según el análisis recogido de la obra «Doing Capitalism in the Innovation Economy» de William Janeway, las burbujas cumplen una función estructural: el hype abarata el costo del capital y acelera la construcción de infraestructura. Cuando estallan, la capacidad excedente se vende a bajo precio a nuevos actores, acelerando la adopción social.

Riesgos y oportunidades

Los inversores que han financiado esta expansión masiva con capital desde 2019-2020 podrían sobrevivir a una caída del 70-80% sin pérdidas netas; quienes llegaron más tarde se enfrentan a riesgos significativos. La buena noticia es que el capex está principalmente financiado con equity y no con deuda, lo que podría limitar el impacto macroeconómico del ajuste.

El desplome, de llegar, entraría en la lógica de la destrucción creativa de Schumpeter: dolor a corto plazo para habilitar infraestructura barata que impulse la omnipresencia futura de la IA. La advertencia es clara: la narrativa estructural de la inteligencia artificial sigue siendo positiva, pero no a cualquier precio.

Para el inversor sofisticado, el momento actual exige equilibrio: apostar por la visión a largo plazo sin quedar atrapado pagando múltiplos que recuerdan demasiado a burbujas pasadas. La carrera de gasto en IA parece garantizada; su sostenibilidad, no tanto.

Fuente: FT.com

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