La herramienta de “vibe-coding” de Google —Opal— ya está disponible en mercados clave de América, Asia y Latinoamérica (incluida Argentina). La compañía mejoró la depuración paso a paso, redujo los tiempos de creación y habilitó ejecución paralela de flujos para que diseñadores y equipos de producto prototipen aplicaciones en minutos.
Opal busca convertir ideas en aplicaciones funcionales con dos ingredientes: prompts en lenguaje natural y un editor visual que traduce cada instrucción en pasos ejecutables. Tras su lanzamiento público en Estados Unidos en julio, Google anuncia hoy la expansión a 15 nuevos países —Canada, India, Japón, Corea del Sur, Vietnam, Indonesia, Brasil, Singapur, Colombia, El Salvador, Costa Rica, Panamá, Honduras, Argentina y Pakistán— y una serie de mejoras que, según la compañía, facilitan aún más el acceso a creadores no técnicos.
«Cuando abrimos Opal a usuarios en EE.UU. esperábamos que crearan herramientas simples y divertidas», dijo Megan Li, senior product manager en Google Labs. «No esperábamos la avalancha de apps sofisticadas, prácticas y altamente creativas que recibimos. La ingeniosidad de estos primeros usuarios dejó algo claro: necesitamos poner Opal en manos de más creadores a nivel global». — Megan Li.
En la práctica, Opal permite a un usuario describir la app que quiere y que la plataforma encadene distintos modelos de Google para generar la lógica y la interfaz. El editor visual muestra el workflow —entradas, salidas y pasos de generación— y permite editar cualquier paso, ajustar prompts o insertar nuevas etapas desde la barra de herramientas. Cuando la app está lista, se puede publicar en la web y compartir un enlace para que otros la prueben con sus cuentas Google.
Entre las mejoras anunciadas, Google destaca una interfaz de depuración potenciada pero “intencionalmente sin código”: ahora los usuarios pueden ejecutar el flujo paso a paso en el editor visual y ver errores exactamente donde ocurren, lo que reduce la prueba y error. Además, la compañía trabajó en la performance: lo que antes podía tardar hasta 5 segundos o más en generar una nueva Opal ahora es notablemente más rápido, y se añadió la ejecución paralela de pasos para soportar workflows complejos con múltiples ramas.
Opal no nace en vacío: entra a un mercado donde ya operan Canva, Figma y Replit, plataformas que han empujado la democratización del prototipado sin código. La diferencia de Google es la integración estrecha con sus modelos y la capacidad de traducir prompts en flujos editables, lo que puede acelerar la adopción en equipos de producto, marketing o innovación que no cuentan con desarrolladores dedicados.
Para los ejecutivos de multinacionales, Opal abre dos vías claras: (1) pilotos de prototipado rápidos para validar experiencias de cliente y flujos UX sin consumir recursos de ingeniería; y (2) laboratorios internos donde diseñadores y PMs conviertan hipótesis en prototipos testables. Pero la adopción exige gobernanza: controles sobre qué datos se suben, políticas de publicación interna vs. pública y límites claros sobre integraciones con sistemas corporativos.
En conclusión, la expansión de Opal refuerza la tendencia no-code/no-ops: herramientas que acercan la creación de apps a perfiles no técnicos. Para las compañías, la pregunta operativa es sencilla: ¿usarás Opal para acelerar experimentos y prototipos controlados, o dejarás que los equipos publiquen sin reglas? La respuesta marcará si la herramienta es un acelerador de innovación o una fuente de deuda técnica y riesgos operativos.