Aunque las herramientas de inteligencia artificial prometen eficiencia y expansión de capacidades, un informe de BetterUp Labs y el MIT Media Lab revela que el trabajo generado indiscriminadamente por IA —el “workslop”— le está pasando factura a la productividad, la confianza y las finanzas de grandes compañías.
Las compañías tecnológicas enfrentan un nuevo obstáculo en la carrera por la inteligencia artificial: el “workslop”, el trabajo generado por IA que parece eficiente, pero en realidad está disminuyendo la productividad y erosionando la colaboración interna.
Un reciente estudio colaborativo entre BetterUp Labs, MIT Media Lab y el Stanford Social Media Lab exponen una contradicción alarmante: aunque el uso de IA en empresas se ha duplicado desde 2023 y el número de compañías con procesos totalmente dirigidos por IA casi se ha duplicado en el último año, el 95% de las organizaciones no ve un retorno verdaderamente medible sobre la inversión en estas tecnologías.
Workslop: el vicio oculto de la IA en la oficina
El concepto de “workslop” describe ese trabajo generado por herramientas de IA que, aunque luce pulido y bien presentado, carece de contexto, profundidad y utilidad real para avanzar en las tareas empresariales. Lejos de ser una ayuda, este fenómeno termina trasladando la carga de trabajo al destinatario, que debe interpretar, corregir o rehacer el trabajo recibido. “Workslop es el contenido generado por IA que simula ser buen trabajo, pero le falta sustancia para avanzar en la tarea asignada”, aseguran los autores de la investigación.
No es solo una molestia menor. Según una encuesta elaborada por BetterUp Labs a 1.150 empleados tiempo completo en Estados Unidos, el 40% afirma haber recibido worklop en el último mes y estima que el 15.4% de los contenidos en sus entornos laborales califican como tal. El impacto es transversal a industrias, pero golpea con especial fuerza a los sectores de servicios profesionales y tecnología.
Costos reales: el “impuesto worklop”
El efecto de este trabajo superficial afecta desde el nivel individual hasta la salud financiera de las grandes empresas. «Creó una situación en la que tuve que decidir si lo reescribía yo mismo, hacía que lo reescribiera él, o simplemente aceptarlo como ‘suficientemente bueno’. Está fomentando una sociedad mentalmente perezosa y dependiente de fuerzas externas», describe un colaborador de finanzas sobre su experiencia con contenido generado por IA.
Otro gerente del sector tecnológico relata: «Fue confuso entender qué estaba pasando en el correo y qué quería decir realmente. Probablemente me llevó una o dos horas reunir a todos y rehacer la información de manera clara y concisa». Mientras tanto, un director de retail comparte: «Tuve que perder más tiempo verificando la información con mi propia investigación y luego organizar reuniones para abordar el problema. Al final tuve que rehacer el trabajo yo mismo».
El promedio de tiempo gastado por los empleados en corrección worklop es de aproximadamente una hora y 56 minutos por incidente, lo que acumulado representa un costo invisible de $186 mensuales por trabajador. Para una empresa de 10.000 empleados, el costo anual supera los $9 millones en pérdida de productividad.
Consecuencias en la cultura y la confianza interna
Más allá del impacto económico, los costos sociales y emocionales son significativos. El 53% de los encuestados admite sentirse molesto, el 38% confundido y el 22% directamente ofendido al recibir worklop. Además, la percepción de los colegas cambia: 42% los ve como menos confiables, 37% como menos inteligentes y 34% notifica a sus superiores acerca de estos incidentes, erosionando la confianza y la predisposición a colaborar en el futuro.
Claves para los líderes: de pilotos a pasajeros
La investigación concluye con recomendaciones para revertir la tendencia y maximizar el potencial de la IA en el trabajo. El uso indiscriminado genera resultados indiscriminados; Los líderes deben establecer políticas claras sobre herramientas, usos y normas para que la IA se alinee con la estrategia y valores de la organización.
El estudio diferencia entre “pilotos” —empleados con alta disposición y optimismo, que usan la IA para potenciar su creatividad y metas— y “pasajeros”, quienes implementan IA principalmente para evitar tareas. Los “pilotos” recurren a la IA 75% más que los “pasajeros” en el trabajo y 95% más fuera de él, pero lo hacen con propósito y cuidado.
“La colaboración impecable en 2025 debe incluir cómo incorporamos los productos de IA en los flujos de trabajo, al servicio de metas comunes, no como vía para esquivar responsabilidades”, subraya el equipo de BetterUp. Recomiendan que los líderes modelen un uso reflexivo, estableciendo límites claros y elevando el estándar de excelencia tanto para el trabajo híbrido humano-IA como para el trabajo humano puro.
En la puja por la transformación digital, marcas multinacionales y startups tecnológicas tienen ante sí un nuevo desafío: no basta con sumar IA a las operaciones, sino que es fundamental hacerlo con enfoque y responsabilidad. El verdadero valor de la inteligencia artificial, concluye el estudio, dependerá de líderes que sepan guiar, formar y motivar equipos para que la colaboración y la creatividad sigan siendo protagonistas en el mundo del trabajo.