La firma estadounidense quiere democratizar la inversión en “unicornios” de inteligencia artificial, un sector valuado en más de un billón de dólares, y desafía los límites del acceso minorista al capital privado.
Robinhood , la plataforma de trading fundada en California y liderada por su CEO Vlad Tenev, quiere dar un nuevo paso en su cruzada por ampliar el acceso de los inversores minoristas a los grandes movimientos financieros. Esta vez, la jugada apunta al corazón del fenómeno tecnológico del momento: la inteligencia artificial.
Tenev confirmó al Financial Times que la compañía planea lanzar un fondo cerrado administrado por su filial Robinhood Ventures. Este vehículo permitirá a los usuarios comprar participaciones negociables en un portafolio concentrado—de al menos cinco compañías privadas de “clase mundial”—dedicadas al desarrollo de IA. Según el ejecutivo, el fondo podría incluso recurrir al apalancamiento para mejorar los rendimientos.
“Queremos que la gente común tenga exposición a los motores de la disrupción que está generando la inteligencia artificial”, explicó Tenev, restando importancia a los temores de una burbuja. “No creo que las valuaciones de Big Tech estén fuera de control”, añadió, en alusión a la actual euforia inversora en torno a OpenAI y Anthropic, los dos nombres más fuertes del boom de la IA.
El contexto acompaña
Según datos de PitchBook, la cantidad de empresas privadas valoradas en más de U$S 1.000 millones en Estados Unidos superó el millar en 2024, frente a solo 20 en 2016. Solo diez start-ups vinculadas con IA sumaron cerca de U$S 1 billón en valuación durante los últimos doce meses. En paralelo, el número de firmas que cotizan en bolsa continúa cayendo, lo que intensifica la disputa por nuevas fuentes de capital.
Además, el reciente decreto del presidente Donald Trump de agosto—que facilita incluir activos de capital privado y crédito alternativo en planes de jubilación—abre la puerta a un mercado minorista más amplio. Gestoras como Blue Owl , Blackstone y Apollo ya se mueven en la misma dirección, buscando seducir a los inversores individuales.
Sin embargo, la propuesta de Robinhood genera escepticismo entre analistas. Bryan Armour, director de investigación de estrategias pasivas en Morningstar , advirtió: “Gestionar una estrategia de capital privado de esta complejidad podría quemar a usuarios acostumbrados a operar con velocidad y liquidez”. El riesgo es real: al tratarse de un fondo cerrado, los participantes no podrán rescatar sus participaciones con rapidez y podrían quedar atrapados si demasiados inversores intentan salir al mismo tiempo.
Aun así, el apetito del público por participar en la fiebre de la IA parece intacto. Los usuarios de Robinhood se han caracterizado por “comprar los bajones” del mercado, y ahora buscan exposición en sectores de alto crecimiento, aun con la posibilidad de perderlo todo. La empresa, por su parte, atraviesa un año de fuerte volatilidad bursátil: sus acciones, dentro del S&P 500 , subieron 255 % en lo que va de 2025, aunque cayeron 11 % en la última semana tras reportar ingresos trimestrales por U$S 1.270 millones, el doble que un año atrás. Las transacciones con criptomonedas generaron U$S 268 millones, un salto del 300 %.
Robinhood también expande sus horizontes con Kalshi, su nuevo negocio de mercados predictivos, que permite negociar sobre si un equipo gana un partido o incluso sobre acontecimientos políticos o culturales. Solo entre julio y septiembre, el volumen de estos contratos se duplicó hasta los 2.300 millones de operaciones.
“La gente busca productos más personalizados. Si se puede calcular el riesgo de inundación o incendio en una casa, eso sería un producto mejor que muchos seguros actuales”, afirmó Tenev, convencido de que el futuro del trading estará marcado por la hibridación entre datos, apuestas e inteligencia artificial.
El desafío ahora será lograr que la disrupción también sea inclusiva: que los pequeños inversores, los mismos que impulsaron la era de las meme stocks, puedan participar de forma real y responsable en la próxima revolución del capital privado impulsada por la inteligencia artificial.

