Goldman Sachs alerta: la IA impulsa un “crecimiento sin empleo” inédito

Los economistas del banco proyectan una economía con alta productividad pero escasa creación de puestos. Advierten que los efectos reales de la IA en el trabajo se sentirán cuando llegue la próxima recesión.

El mercado laboral de Estados Unidos está cambiando de forma estructural. En un análisis fechado el 13 de octubre, los economistas David Mericle y Pierfrancesco Mei, de Goldman Sachs, señalaron que el país atraviesa un ciclo inusual de “crecimiento sin empleo”, donde el PIB se expande pero el número de contrataciones apenas aumenta o incluso retrocede en algunos sectores.

Este escenario responde a lo que el presidente de la Reserva Federal, Jerome Powell, definió el pasado septiembre como un mercado “de baja contratación y baja rotación”. Según Powell, jóvenes, recién graduados y minorías enfrentan hoy más obstáculos que nunca para incorporarse al trabajo, mientras las empresas ajustan sus estructuras para conservar márgenes en un contexto de automatización acelerada.

Los analistas de Goldman advierten que este “nuevo normal” será posiblemente permanente. “El modesto crecimiento del empleo junto a una sólida expansión del PIB probablemente sea normal en los próximos años”, explican Mericle y Mei en el informe, que vincula directamente el fenómeno con los avances en inteligencia artificial y la automatización de tareas.

El banco estima que la mayor parte del crecimiento futuro provendrá de la productividad, potenciada por la rápida adopción de sistemas de IA en todos los sectores. Sin embargo, la oferta de trabajo seguirá limitada por el envejecimiento poblacional y una inmigración más baja, factores que reducen la dinamización tradicional del mercado.

Los datos de Goldman Sachs muestran que, salvo en salud, la creación de empleo neto ha sido negativa en los últimos meses, pese a indicadores macroeconómicos sólidos. Al mismo tiempo, el número de ejecutivos que mencionan “IA” y “empleo” en las conferencias de resultados trimestrales ha alcanzado niveles récord, reflejando que la prioridad corporativa ahora es reducir costos laborales a través de la automatización.

El propio gobernador de la Reserva Federal, Chris Waller, lo resumió así en una entrevista con CNBC: “El crecimiento del empleo probablemente fue negativo en los últimos meses. Si reducís tu contratación, no estás en pleno empleo”, advirtió, señalando que el banco central no estaría cumpliendo plenamente su mandato dual de crecimiento y trabajo.

Aun así, el análisis de Goldman es prudente. Los economistas aseguran ser “escépticos ante las afirmaciones más extremas que vinculan el progreso tecnológico con un desempleo masivo”, recordando que la innovación también crea nuevas oportunidades. Su visión coincide con la noción de “destrucción creativa” reconocida recientemente por el Premio Nobel de Economía 2025, otorgado a investigadores que estudian cómo la innovación reconfigura mercados y empleo.

Sin embargo, Mericle y Mei advierten que los costos de transición pueden ser severos: “Históricamente, los efectos completos de la IA en el mercado laboral tienden a aparecer recién cuando llega una recesión”, subrayan. En esos períodos, las empresas suelen aprovechar las crisis para reestructurarse y despedir a trabajadores de baja productividad, fenómeno similar al observado tras la burbuja puntocom en 2001, cuando la economía se recuperó mucho antes que el empleo.

El desafío, dicen los economistas, será de política pública. Si el crecimiento sin empleo se consolida, los bancos centrales podrían verse forzados a mantener tasas de interés bajas pese a un producto interno fuerte, para compensar la falta de creación de puestos. Los mercados, en tanto, podrían beneficiarse de la alta productividad y los bajos costos laborales, aunque la desigualdad y el estancamiento salarial se profundicen.

En palabras de Mericle, este “crecimiento sin empleo no implica despidos masivos, pero sí menos oportunidades y recuperaciones más lentas tras los shocks económicos”. En la era de la inteligencia artificial, la cuestión ya no es si habrá trabajo para todos, sino cómo —y para quién— se distribuirán los beneficios del progreso.

Fuente: Fortune

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