La caída de las tecnológicas y la incertidumbre sobre la política de tasas de interés auguran un diciembre agitado en los mercados. El S&P 500 retrocede desde sus máximos, mientras crece el debate por la sostenibilidad de las valoraciones impulsadas por la inteligencia artificial.
El cierre de la semana dejó a los principales índices con pérdidas: el S&P 500 cayó un 4% desde su récord de octubre y el Nasdaq descendió cerca de un 7% en el mismo período. A pesar de un rebote el viernes, la alta volatilidad se mantuvo, evidenciada por los fuertes movimientos intradía y el índice VIX (el “fear calibre” de Wall Street), que sigue por encima del nivel clave de 20. La corrección se atribuye a la fatiga de los inversores tras meses de euforia bursátil impulsada por promesas de recortes de tasas y el entusiasmo por la inteligencia artificial.
La expectativa de un recorte de tasas por parte de la Reserva Federal en diciembre, que era casi segura en octubre, se ha desvanecido: hoy la probabilidad ronda el 22% según encuestas a economistas y cerca del 41% según CME FedWatch. El presidente de la Fed de Nueva York, John Williams, mantuvo en alto las esperanzas al confirmar que “el banco central aún puede bajar las tasas en el corto plazo”, pero los operadores consideran que el próximo recorte ocurrirá recién en enero.
El temor por una “burbuja de la IA” se agudizó con la caída de acciones como Oracle y Palantir Technologies, ambas protagonistas del rally sectorial anterior. Incluso los sólidos resultados trimestrales de Nvidia, pilar en infraestructura de inteligencia artificial, no lograron frenar el descenso de la acción tras su informe. Analistas como Don Nesbitt advierten que “los inversores se han puesto nerviosos y necesitan reagruparse”.
Diciembre suele ser positivo para la bolsa y algunos consultores argumentan que aún queda margen para un repunte: históricamente, este mes ha logrado una ganancia promedio de 1,28% para el S&P 500, y cuando noviembre es débil, la recuperación de diciembre suele duplicar ese rendimiento. Sin embargo, las elevadas valoraciones y el agotamiento del “buy-the-dip” por parte de inversores minoristas alimentan el clima de cautela.
La tendencia es clara: el mercado se prepara para un cierre de año volátil, con la mirada puesta en las tecnologías disruptivas y las decisiones de la Fed. Durante las fiestas, solo los inversores más atentos descubrirán las oportunidades entre tanta incertidumbre.

