Google bajo investigación antimonopolio por el uso de contenidos y YouTube para entrenar su IA

La Comisión Europea abrió una investigación formal contra Alphabet/Google por sospechas de que la compañía usa contenido de editores online y videos de YouTube para alimentar sus modelos de inteligencia artificial —como los resúmenes conocidos como AI Overviews— sin ofrecer compensación adecuada ni una opción real de exclusión.

Google, objetivo central de la pesquisa, habría integrado en sus respuestas generadas por IA fragmentos de contenido público de editores y material subido por usuarios de YouTube, lo que según los denunciantes reduce el tráfico hacia los sitios originales y podría imponer condiciones comerciales “injustas” a los creadores de contenido. La Comisión quiere determinar si ese uso privilegiado de contenido, combinado con la posición dominante de Google como motor de búsqueda, distorsiona la competencia y perjudica el ecosistema informativo.

La preocupación regulatoria va más allá del impacto en las métricas de audiencia: la UE examina si Google obliga de hecho a aceptar que sus contenidos sean usados para entrenar modelos como Gemini o AI Overviews, sin ofrecer “una compensación apropiada” ni una vía clara para negarse. Además, las autoridades analizan el uso de videos de YouTube por parte de Google para entrenar sus modelos y si rivales de IA están siendo excluidos de ese acceso a datos. AI Overviews ya aparece por encima de los enlaces tradicionales en búsquedas y se muestra en más de 100 países; Google empezó a incorporar anuncios en esos resúmenes en mayo pasado, lo que añade una dimensión comercial directa al debate.

En la rueda de prensa de lanzamiento de la investigación la responsable europea citada en los comunicados sostuvo que “Google puede estar abusando de su posición dominante como motor de búsqueda para imponer condiciones comerciales injustas a los editores al usar su contenido online para ofrecer sus propios servicios potenciados por IA”. Y añadió: “Un ecosistema de información saludable depende de que los editores tengan los recursos para producir contenido de calidad. No permitiremos que los gatekeepers dicten esas decisiones.” Estas traducciones respetan la atribución original de la Comisión.

Por el otro lado, Google rechazó la denuncia que en julio presentaron editores independientes y organizaciones como Independent Publishers Alliance, Movement for an Open Web y la ONG Foxglove.

Un portavoz de Google afirmó que “esta queja corre el riesgo de sofocar la innovación en un mercado que es más competitivo que nunca” y defendió que los europeos deben “beneficiarse de las últimas tecnologías”, garantizando a la vez diálogo con las industrias de noticias y creativas en la transición hacia la era de la IA.

Los denunciantes han sido contundentes: Tim Cowen, abogado que asesora a los grupos, dijo que “Google ha roto el trato que sostiene internet. El acuerdo era que los sitios fueran indexados, recuperados y mostrados cuando fueran relevantes. Ahora pone su AI Overviews, Gemini, primero y añade el insulto al daño al explotar contenido de sitios web para entrenar a Gemini. Gemini es el gemelo malvado de Search.” Esa frase, traducida y citada, sintetiza el temor de muchos editores: la aparición de respuestas de ‘cero clic’ que capturan la atención del usuario y reducen clicks y, por ende, ingresos.

Si la Comisión concluye que Google violó las normas de competencia, la compañía se expone a sanciones que pueden alcanzar hasta el 10% de su facturación anual global, una multa cuyo tamaño podría ser significativo dada la magnitud de los ingresos de Alphabet. Además del posible castigo económico, la investigación puede derivar en medidas correctivas que afecten cómo se diseñan los productos de búsqueda y de IA en Europa.

Este procedimiento se suma a la oleada de escrutinios europeos sobre las grandes plataformas —recientemente también hubo investigaciones relacionadas con Meta/WhatsApp— y llega en un contexto donde los reguladores buscan equilibrar innovación y protección de la diversidad informativa. Para los editores, el resultado no solo decidirá quién monetiza el contenido en la era de la IA, sino si tendrán mecanismos reales para negociar licencias o impedir el uso de su trabajo para entrenar modelos de terceros.

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