Meta y la apuesta total de Mark Zuckerberg: millones, tensiones internas y un futuro en juego

Tras un año de despidos, reestructuraciones y gastos récord, Mark Zuckerberg redobla su ofensiva para transformar a Meta en un líder global de inteligencia artificial. La estrategia incluye nuevos modelos, fichajes millonarios y una visión de “superinteligencia personal” que inquieta tanto a empleados como a inversores.

Mark Zuckerberg está jugando una de las partidas más arriesgadas de su carrera. El fundador y CEO de Meta decidió en el último año acelerar de manera drástica su apuesta por la inteligencia artificial (IA), con el objetivo explícito de dejar atrás a competidores como OpenAI, Google y Anthropic, y reposicionar a la compañía como un actor central en la próxima gran plataforma tecnológica.

El giro no ha sido ordenado ni gradual. Por el contrario, dentro de Meta se vive uno de los períodos más turbulentos en sus 20 años de historia, marcado por despidos masivos, cambios de liderazgo, tensiones internas y un nivel de gasto que preocupa seriamente a Wall Street.

Miles de millones en juego y un mercado inquieto

Meta cerrará 2025 con un nivel de inversión de capital sin precedentes. Sus gastos de capital están proyectados en al menos U$S 70.000 millones, frente a los U$S 39.000 millones del año anterior. En octubre, durante la presentación de resultados, Zuckerberg anticipó que el gasto en IA podría superar los U$S 100.000 millones en 2026, sin ofrecer demasiados detalles sobre cómo se monetizará esa inversión dentro de su ecosistema de redes sociales.

La reacción del mercado fue inmediata: las acciones de Meta cayeron más de 10%, lo que borró más de U$S 208.000 millones de su valuación bursátil. En noviembre, los papeles volvieron a desplomarse cerca de 17%, ante el temor de que el flujo de caja libre se reduzca de aproximadamente U$S 54.000 millones a apenas U$S 20.000 millones.

“Vamos a llegar a un punto en el que, si quieren sostener este nivel de gasto de capital, se van a comer todo el flujo de caja o van a tener que asumir mucha más deuda”, advirtió Uday Cheruvu, portfolio manager de Harding Loevner, firma inversora en Meta.

Para financiar esta expansión, la compañía recurrió a mecanismos poco habituales incluso para un gigante tecnológico. En octubre emitió U$S 30.000 millones en bonos corporativos, una de las mayores colocaciones de deuda de la historia de Estados Unidos. Luego, en una operación récord, obtuvo otros U$S 27.000 millones en deuda privada para financiar el gigantesco centro de datos Hyperion, en Luisiana, a través de un vehículo especial controlado en un 80% por Blue Owl Capital.

Del fracaso de Llama 4 a la promesa de Avocado

El punto de inflexión interno fue el lanzamiento de Llama 4 en abril de 2025. El modelo, base del chatbot Meta AI y promocionado como un gran avance de código abierto, quedó por debajo del rendimiento de los sistemas de OpenAI y Google en tareas clave como programación y resolución de problemas complejos. Peor aún, Meta fue acusada de manipular benchmarks al presentar una versión personalizada del modelo a evaluadores externos.

“El golpe fue humillante”, reconocen ex empleados. Algunos atribuyen el fracaso a la calidad de los datos de entrenamiento y a procesos de testeo poco rigurosos; otros señalan problemas culturales, equipos fragmentados y falta de liderazgo claro en IA.

Tijmen Blankevoort, investigador que dejó Meta este verano, describió a la empresa como una organización con una “visión vacilante” y una “inestabilidad en la asignación de equipos que impide que la experiencia se consolide en el tiempo”.

Ahora, todas las miradas están puestas en Avocado, el nuevo modelo de IA que desarrolla el laboratorio de investigación de élite de Meta. Según personas cercanas al proyecto, Avocado será un modelo completamente nuevo, no una evolución de Llama, y se espera su lanzamiento en el primer trimestre de 2026. La ambición es enorme: igualar a Gemini 2.5 de Google en su lanzamiento y alcanzar el nivel de Gemini 3 hacia el verano boreal.

La “superinteligencia personal” y una visión más íntima de la IA

Zuckerberg no solo quiere mejores modelos. Su apuesta conceptual es más profunda. En un memo interno difundido en julio, definió el objetivo de Meta como el desarrollo de una “superinteligencia personal”: una IA que supere la inteligencia humana y “quepa en el bolsillo de las personas”.

A diferencia de otros actores enfocados en productividad o aplicaciones empresariales, Zuckerberg insiste en que la IA debe apuntar también a las relaciones, la creatividad y el disfrute de la vida. En entrevistas, citó estudios que muestran que el estadounidense promedio tiene menos de tres amigos cercanos, cuando en realidad desearía tener cinco veces más. La respuesta, según él, es una IA que funcione como compañero, asistente personal, comprador, secretario o incluso escritor fantasma.

A largo plazo, esta visión se integraría en las gafas inteligentes de Meta. La compañía ya comercializa modelos Ray-Ban con funciones básicas, pero Zuckerberg aspira a que futuras versiones con realidad aumentada puedan algún día desplazar al iPhone de Apple y al sistema Android de Google como plataforma dominante.

Fichajes estelares, tensiones internas y salidas clave

Para ejecutar este plan, Zuckerberg lanzó una ofensiva agresiva de contratación. Meta apuntó a cientos de investigadores de OpenAI, Google, Apple, Microsoft y Anthropic, con paquetes de compensación y bonos de firma que llegan hasta los U$S 100 millones.

El movimiento más resonante fue la contratación de Alexandr Wang, fundador de Scale AI, quien asumió al frente del nuevo Meta Superintelligence Lab y del laboratorio secreto TBD, encargado de desarrollar modelos de frontera. Meta pagó U$S 14.000 millones por el 49% de Scale AI y otro 49% del fondo de inversión NFDG, liderado por Nat Friedman, ex CEO de GitHub, responsable de integrar la IA en los productos de la compañía.

Sin embargo, la convivencia no es sencilla. Según fuentes internas, Wang considera asfixiante el nivel de micromanagement de Zuckerberg, mientras que otros cuestionan su falta de experiencia liderando grandes organizaciones. Friedman, por su parte, enfrenta presión para acelerar lanzamientos, como ocurrió con Vibes, el feed de videos generados por IA que Meta lanzó a toda velocidad para adelantarse a Sora, de OpenAI.

En paralelo, Meta despidió a 600 empleados del área de IA, argumentando que busca mayor agilidad. Al mismo tiempo, figuras históricas están dejando la empresa: la jefa legal Jennifer Newstead se fue a Apple, el director comercial John Hegeman anunció su salida para fundar una start-up y el científico jefe Yann LeCun, ganador del Premio Turing, también se marchará para lanzar una nueva iniciativa de IA.

Confianza, regulación y un futuro incierto

Más allá de la tecnología y el dinero, Meta enfrenta un desafío crítico: la confianza. En agosto, se filtraron políticas internas que permitían que chatbots mantuvieran conversaciones “sensuales” y “románticas” con menores, lo que desató un fuerte repudio público y político.

“Esta decisión va a quedar en la historia como una de las más inconcebibles jamás tomadas en IA”, afirmó David Evan Harris, ex responsable de IA responsable en Meta y académico de la Universidad de California en Berkeley.

Zuckerberg es consciente de que el riesgo es enorme, pero insiste en que el mayor peligro es avanzar demasiado lento. “Si terminamos gastando mal un par de cientos de miles de millones de dólares, sería muy desafortunado. Pero el riesgo mayor está del otro lado”, dijo recientemente.

El éxito o fracaso de Avocado marcará el próximo capítulo. Para Meta, no se trata solo de una nueva tecnología, sino de redefinir su identidad, su negocio y el legado de su fundador en la era de la inteligencia artificial.

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