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OpenAI desafía a Microsoft: tensiones, poder y el futuro de la inteligencia artificial

El vínculo entre OpenAI y Microsoft, uno de los más emblemáticos de la industria tecnológica, atraviesa su momento más tenso. En juego: U$S 20.000 millones, el control sobre modelos avanzados de IA y una posible batalla legal por prácticas anticompetitivas.

La alianza que durante seis años definió el rumbo de la inteligencia artificial atraviesa su mayor crisis. OpenAI, la empresa detrás de los modelos de lenguaje más avanzados del mundo, está intentando redefinir su relación con Microsoft, su socio clave desde 2019. Las diferencias entre ambas compañías se han profundizado al punto de que OpenAI ya considera una medida extrema: denunciar a Microsoft ante organismos regulatorios por conductas anticompetitivas.

Según fuentes cercanas a las negociaciones, la startup fundada por Sam Altman busca reducir el control que la tecnológica de Redmond tiene sobre sus productos y recursos de cómputo. Pero también necesita un acuerdo para avanzar con su reconversión a una empresa con fines de lucro, un paso imprescindible para atraer nuevos inversores y eventualmente salir a bolsa.

U$S 3.000 millones en juego

Uno de los focos de conflicto es la adquisición de Windsurf, una startup de codificación que OpenAI intenta comprar por U$S 3.000 millones. Microsoft, que actualmente tiene acceso completo a la propiedad intelectual de OpenAI, se opone a quedar fuera del paquete tecnológico de Windsurf. El trasfondo es aún más complejo: ambas compañías compiten directamente con productos de codificación. Microsoft impulsa GitHub Copilot, mientras OpenAI desarrolla herramientas similares basadas en sus modelos.

La disputa se agrava por otro frente clave: el futuro de la propia estructura societaria de OpenAI. Para completar su conversión a una “public-benefit corporation” antes de fin de año, OpenAI necesita que Microsoft apruebe el cambio. Si no lo logra, podría perder U$S 20.000 millones en potenciales inversiones.

La amenaza regulatoria

Frente al estancamiento, los ejecutivos de OpenAI comenzaron a considerar lo que internamente llaman la “opción nuclear”: acusar a Microsoft de prácticas anticompetitivas. Esa estrategia podría incluir una presentación ante la Comisión Federal de Comercio (FTC) de Estados Unidos, que ya investiga a Microsoft desde el año pasado por sus inversiones en el sector de IA.

“Tenemos una asociación productiva y de largo plazo que ha entregado herramientas de inteligencia artificial asombrosas para todos”, afirmaron ambas compañías en un comunicado conjunto. “Las conversaciones continúan y somos optimistas de que seguiremos construyendo juntos por muchos años más”.

Sin embargo, detrás de esa diplomacia se esconde un pulso estratégico donde ambas empresas buscan posicionarse mejor frente a una carrera por el liderazgo de la inteligencia artificial.

¿Competidores o socios?

La situación actual plantea una paradoja: Microsoft es socio e inversor clave de OpenAI, pero también se ha convertido en un competidor directo. El contrato actual le otorga derechos exclusivos para vender las herramientas de OpenAI a través de su nube Azure, así como acceso prioritario a la tecnología de la startup. Aun así, OpenAI logró lanzar su propio proyecto de centros de datos, Stargate, con el visto bueno de Microsoft.

Además, según trascendió, Microsoft quiere asegurarse el acceso a la tecnología de OpenAI incluso después de que esta declare que ha alcanzado la inteligencia artificial general (AGI), un hito que pondría fin al contrato actual. La posibilidad de lograr una AGI —un sistema con capacidades comparables a las humanas— es objeto de fuerte debate en el sector. Mientras algunos creen que es inminente, otros consideran que está lejos o incluso fuera del alcance.

Una relación que marcó una era

Microsoft invirtió por primera vez U$S 1.000 millones en OpenAI en 2019. Desde entonces, la relación fue creciendo hasta convertirse en un emblema de colaboración entre una gran tecnológica y una startup con ambiciones transformadoras. Pero el equilibrio se ha vuelto cada vez más frágil. En 2023, el CEO Satya Nadella contrató a un rival directo de Altman para liderar un esfuerzo secreto de desarrollo de modelos propios para Microsoft, lo que incrementó la desconfianza.

Hoy, OpenAI busca mayor libertad para comercializar sus productos en otras nubes y acceder a más recursos de cómputo, lo que podría afectar directamente el negocio de Azure. La discusión también incluye el porcentaje accionario que Microsoft tendría en la nueva estructura: la tecnológica quiere una participación mayor a la que OpenAI está dispuesta a ofrecer.

Con una fecha límite a fin de año y millones en juego, las próximas semanas serán clave para definir si esta alianza histórica encuentra un nuevo equilibrio o termina convertida en un caso más de rivalidad corporativa en el mundo tech.

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